Bernardo Sergio Seltzer (53) y su esposa, Laura Leguizamón, de 51 años, fueron hallados sin vida junto a sus dos hijos, Ivo de 13 y Ian, 15 años.
Ambos adolescentes eran alumnos del colegio ORT.
En un comienzo se sospechaba de Seltzer como el presunto autor de los homicidios, pero con el correr de las horas todo dio un giro inesperado y ahora la principal hipótesis apunta a la madre como la responsable de los crímenes.
Fuentes policiales informaron que las víctimas fueron halladas por una empleada doméstica cuando arribó al inmueble en la calle Aguirre al 200.
Los asesinatos habrían ocurrido alrededor de las 6 a.m.
De hecho, le costó mucho abrir la puerta porque uno de los adolescentes asesinados la trababa.
La causa está a cargo de la División Homicidios, al tiempo que trabaja la Policía Científica para realizar los peritajes correspondientes.
A pesar de que se creía que el padre era el agresor, finalmente las investigaciones dieron a entender que fue la madre quien asesinó a toda la familia.
Según las autoridades policiales, la mujer –encontrada en el baño– tenía una “herida en el corazón, pero sin heridas defensivas”, mientras que el hombre se encontraba en la cama con varias puñaladas. “Posiblemente, estaba dormido”, explicaron.
Según trascendió, la mujer sufría una patología psiquiátrica que le fue tratada hace dos años.
Por esa razón, su marido comenzó a trabajar desde la casa, para acompañarla.
La paciente tomaba una medicación para sacarla de sus delirios y además sufría una profunda depresión que la tenía casi todo el tiempo en la cama.
Luego del primer episodio psiquiátrico de hace dos años, se recuperó mediante medicación.
Pero hace dos meses se volvió a brotar.
Y cuando ella asumió que tenía un problema psiquiátrico fue que se deprimió.
Los dos hijos fueron asesinados en sus habitaciones y habrían sido sorprendidos durmiendo
. Uno murió en su pieza y el otro en el pasillo, probablemente huyendo.
Los dos tenían heridas en la espalda y señales de haberse defendido.
En tanto, en la cocina, había una carta escrita por alguien que no estaba en sus cabales, y las dos puertas blindadas de la propiedad no tenían signos de violencia.