La epilepsia afecta alrededor de 65 millones de personas en el mundo y se diagnostican entre 20-70 casos nuevos cada 10.000 personas por año. En la actualidad existen múltiples tratamientos antiepilépticos eficaces, ninguno de ellos es curativo. Sin embargo, un 30 por ciento de los pacientes son resistentes a los tratamientos antiepilépticos convencionales y presentan cuadros graves con mal pronóstico; de éstos, los más vulnerables son los niños y jóvenes.
Los derivados naturales de la planta de cannabis, llamados cannabinoides, han venido siendo ensayados desde hace muchos años para tratar la epilepsia y otras condiciones médicas.
Los dos principales cannabinoides biológicamente activos son el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD). El THC es el compuesto psicoactivo más abundante en
la planta, siendo el responsable de los cambios cognitivos y en la sensopercepción comúnmente asociados con el consumo de marihuana. Por eso el THC tiene muchas limitaciones para su uso clínico. El CBD no tiene efectos psicoactivos y presenta efecto anticonvulsivante, antiinflamatorio y antitumorigénico. Debido a su buen perfil
de seguridad en humanos, así como su eficacia anticonvulsivante, se decidió analizar la evidencia científica disponible para evaluar la eficacia y la seguridad de los
cannabinoides en el tratamiento de la epilepsia. Para ello, se aplicó un método especial de búsqueda en todo el mundo y se expusieron los resultados de los mejores
estudios, para verificar el efecto del CBD en la reducción de la frecuencia de las convulsiones y de los eventos adversos.
Los estudios de los últimos años han podido demostrar una efectividad del CBD para reducir el 50% de convulsiones a más de la mitad de los pacientes.
Fuente: ANMAT