
En el medio del ajetreo cotidiano del microcentro porteño, entre oficinas, colectivos y cafés apurados, hay un edificio que parece salido de otro mundo.
En Luis Sáenz Peña 543, el frente con ángeles y una fachada que remite a una iglesia esconde uno de los espacios más singulares de CABA: la Botica del Ángel, un museo de arte escenográfico con alma de mansión encantada.
Este santuario fue la casa y el escenario soñado de Eduardo Bergara Leumann, artista, conductor y figura clave de los años 60.
Allí dio vida a una propuesta cultural única que aún hoy sigue latiendo gracias a la Universidad del Salvador, que mantiene abierta la casa con visitas guiadas que fueron declaradas de Interés Cultural por la Legislatura porteña.
Aunque está a pasos del centro neurálgico de la ciudad, muy pocos conocen este espacio tan íntimo como mágico, donde se mezclan los recuerdos del teatro, la televisión, la literatura y la música popular argentina.
En sus más de 1500 metros cuadrados, la Botica del Ángel combina arte, historia y espectáculo.
Las visitas recorren espacios escenográficos como La Nave o el Pasillo Di Tella, y permiten descubrir obras de artistas como Antonio Berni, Raúl Soldi, Guillermo Roux, Carlos Gorriarena y Marta Minujín, entre otros grandes nombres del arte nacional.
También se pueden ver manuscritos originales de Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y Mujica Lainez, junto con objetos personales de íconos como Mercedes Sosa y Carlos Gardel.
Cada sala rinde homenaje a una etapa, una emoción o una leyenda de la cultura argentina.