En el verano de 1944, un terremoto sacudió la ciudad de San Juan. Esta catástrofe, una de las peores de la historia argentina, dejó siete mil muertos y más de doce mil heridos. La población, profundamente conmovida, se movilizó. Se realizaron colectas y campañas de solidaridad, y en una de ellas se produjo u encuentro que cambió nuestra historia: Perón y Evita se conocieron.
Antes de asumir la presidencia, en su rol de Secretario de Trabajo y Previsión Social del gobierno de Farrell, Juan Domingo Perón consiguió la Ley de indemnización por despidos, jubilaciones, vacaciones pagas, mejoras salariales y aguinaldo. En octubre de 1944, los trabajadores rurales consiguieron por primera vez una protección legal. Dos años más tarde, ya en su gobierno, se firmaron otros estatutos, como el de los periodistas. Con el peronismo, los sindicatos tuvieron una presencia protagónica, la clase obrera comenzó a tener voz y los trabajadores tomaron las calles y las plazas de todo el país.
Las políticas educativas y sanitarias fueron una prioridad durante los dos primeros gobiernos de Juan Perón. El Dr. Ramón Carrillo, destacadísimo médico sanitarista argentino, fue un actor clave en la labor sanitaria del peronismo, con iniciativas como el Tren Sanitario Eva Perón que acercaba la asistencia médica a las zonas y los sectores más desfavorecidos. La Constitución de 1949, que reconocía al niño como sujeto de derecho, expresa la profunda política integral del peronismo hacia la infancia, sintetizada en la frase “los únicos privilegiados son los niños”. Las colonias de vacaciones, los campeonatos deportivos “Evita”, la República de los Niños de Gonet o la Ciudad de la Niños de La Plata expresan la concepción peronista sobre la responsabilidad del Estado en la promoción de la educación universitaria gratuita y de los clubes de barrio como espacio de integración social.
Al asumir la presidencia Perón elaboró un Plan Quinquenal que intentó transformar la estructura económica del país fomentando la industria y estimulando el mercado interno. Paralelamente, el Estado peronista emprendió una importante política de estatización que, en sintonía con una corriente mundial en ese sentido, se materializó por ejemplo en la nacionalización del Banco Central bajo la premisa de que “el dinero del pueblo estará siempre a disposición del pueblo” y la estatización de los ferrocarriles.
El peronismo es mucho más que un gobierno, e incluso más que un movimiento. El peronismo configura una época y crea nuevos imaginarios. Con la generalización del derecho a las vacaciones, nace el turismo peronista. Los obreros llegan a Mar del Plata, y los sectores tradicionales se refugian entonces en otros balnearios como Pinamar o Punta del Este. En Buenos Aires, el Pueblo habita la calle Corrientes y entra al Luna Park a ver las peleas de Gatica.
Para entender la época puede prescindirse de la figura de Eva Duarte, “el mejor ministro sin cartera”, en palabras de Perón. A través de su Fundación, Eva realizó una intensa tarea social en todo el país que incluyó la construcción de hogares escuela, la asignación de subsidios a desamparados, la distribución de materiales de construcción, herramientas y máquinas de coser, el otorgamiento de becas de estudio y la entrega de medicamentos.
Alejandro Horowicz y Roberto Baschetti aportan sus miras. Horowicz recuerda cómo vivió la muerte de Eva y resalta la procedencia militar de Juan Perón y su concepción de la política. Además sostiene que los tiempos de la política y los de las necesidades inmediatas no siempre coinciden, y que en ese sentido se explica la importancia de la Fundación. Baschetti repasa el origen de la Fundación como respuesta al rechazo que Eva generaba entre las damas de la tradicional Sociedad de Beneficencia.