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Un reclamo que cumple 26 años: que nadie se olvide de Cabezas

José Luis Cabezas fotografió al empresario Alfredo Yabrán en las playas de Pinamar en febrero de 1996. Un año después, el 25 de enero de 1997, fue secuestrado, torturado y asesinado cuando realizaba la cobertura periodística de verano en la misma ciudad. Fue un crimen político y un mensaje mafioso, el más siniestro desde el regreso de la democracia. El video del homenaje a un mes de su asesinato.

“Claudicar en la lucha es la peor condena”. Se dijo siempre, en general. Se sostuvo 26 años atrás, en este caso en particular. Y se insiste ahora, en un nuevo aniversario del asesinato de José Luis Cabezas.

Cada 25 de enero, y en cada instante en que el ejercicio de la memoria resulta un acto imprescindible como la respiración, se recuerda, por si acaso: no nos olvidemos de Cabezas.

José Luis Cabezas tenía 35 años cuando lo mataron por ejercer su profesión de reportero gráfico. Nacido en Wilde, había llevado sus sueños por defender la verdad a la revista Noticias, en donde empezó a trabajar en 1989.

En 1995 ganó el Premio Pléyade a la mejor fotografía periodística, en homenaje a los soldados argentinos caídos en Malvinas, por una imagen del capellán José Fernández en la réplica del cementerio de Darwin de la isla Gran Malvina, en Pilar.

Dos años después, el 25 de enero de 1997, fue secuestrado, torturado y asesinado.

Había pasado poco menos de un año del día en que logró la foto que sacó del anonimato al empresario Alfredo Yabrán.

Su cuerpo apareció calcinado en el interior de un Ford Fiesta, en una cava del partido bonaerense de General Madariaga.

Su homicidio se convirtió en el mayor emblema de la lucha de la prensa argentina por la libertad de expresión. La repercusión derivó en cambios en el gabinete del presidente Carlos Menem.

Desde entonces, cada 25 de enero se conmemora el Día Nacional del Reportero Gráfico.

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Alfredo Yabrán fue acusado de autor intelectual del homicidio, aunque nunca pudo ser dictaminada su culpabilidad ya que se suicidó cinco días después de labrarse una orden de arresto en su contra.

Yabrán ordenó el crimen -según las investigaciones- después que el reportero, simulando ser un turista junto a su esposa, le tomó una foto en la playa. En el centro de la escena también quedó la Policía Bonaerense, que habría enviado una advertencia a la gestión del entonces gobernador Eduardo Duhalde, quien manifestó que le habían “tirado un muerto” en plena disputa con Menem por la sucesión. En cualquier caso, se trató del más siniestro mensaje mafioso desde el regreso de la democracia.

Después del trabajo en equipo con su compañero, el cronista Gabriel Michi, en la playa del balneario Marbella de Pinamar en febrero de 1996, la película con las fotos que mostraban de cuerpo entero y de frente a Alfredo Yabrán fueron enviadas como encomienda en doble sobre y avisando que el remitente era Freddy Okaman (juego de palabras que inventó Cabezas para simbolizar a Alfredo Yabrán, titular del correo privado Oca).

Alfredo Yabrán fue tapa de la edición del 3 de marzo de 1996 de la revista Noticias.

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Tras aquella publicación Cabezas vivió amenazado.

La siguiente temporada de verano la inició el 15 de diciembre de 1996 y Michi llegó 5 días después. Por esos días, José Luis le contó a su amigo: “¿Sabés lo que me dijo Gómez, el comisario de Pinamar? ‘Qué linda que es tu gorda’, por mi hija Candela, pero el tipo este no la conoce”.

Cabezas atravesó un año recibiendo señales inequívocas hasta que fue llevado a la cava de General Madariaga. Ahí, en un foso cavado 15 días antes quedó el auto del cual lo bajaron a los golpes. Lo obligaron a arrodillarse delante del asesino mientras tenía la cabeza gacha y estaba esposado.

Gustavo Prellezo le dio dos disparos en la cabeza, a sangre fría y a corta distancia.

Los asesinos a sueldo que se hacían llamar «la banda de Los Hornos» (liderados por Horacio Braga) metieron su cuerpo en el auto, lo rociaron con nafta y lo prendieron fuego.

El reloj de José Luis se detuvo a las 5:25. A las 7:30 su cuerpo fue encontrado por un capataz de una estancia vecina, alertado por un  humo denso.

Al cumplirse el primer mes del crimen se realizó un minuto de silencio en toda la Argentina. Se paralizó el país.

El 2 de febrero de 2000, en juicio oral y público, los cuatro integrantes de la banda «Los Horneros», defendidos por Fernando Burlando y Juan Martín Cerolini, fueron condenados a prisión perpetua: Horacio Braga, José Auge, Sergio González y Héctor Retana (murió en 2001), al igual que Gregorio Ríos (jefe de Seguridad de Alfredo Yabrán) y los policías Aníbal Luna, Gustavo Prellezo y Sergio Camaratta, que falleció en 2015.

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Prellezo, autor material del crimen, fue condenado a cadena perpetua, pero el 23 de septiembre de 2010 un fallo le otorgó el beneficio de la prisión domiciliaria y dos meses después juró como abogado, carrera que estudió durante su estadía en prisión. Hoy está libre y vive en Los Hornos. El 21 de diciembre de 2021 la Sala I de la Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal del Departamento Judicial de Dolores resolvió: “Se declara que la pena de prisión perpetua impuesta en causa N° 11.085, en fecha 2 de febrero del 2000, se extingue en el día de la fecha por haber transcurrido el plazo de 5 años desde que se concedió e hizo efectiva la libertad condicional sin que la misma haya sido revocada”.

Así, de a poco, todos recuperaron la libertad.

Alfredo Yabrán se suicidó el 20 de mayo de 1998 en su estancia San Ignacio, en Entre Ríos.

El asesinato de Cabezas mató en vida a sus padres Norma y José y dejó huérfanos a sus tres hijos: María Agustina, Juan y Candela, que tenían 6 años, 4 años y 5 meses de vida cuando lo mataron. Los tres, igual que María Cristina Robledo (la segunda pareja de José Luis y mamá de Candela), se fueron del país. Viven en España.

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