
Haití está nuevamente envuelto en una crisis. Las pandillas luchan por territorio en grandes franjas de la capital, Puerto Príncipe. Los secuestros y asesinatos se han disparado. Una masiva ola de refugiados huye solo para ser enviados de vuelta sin contemplaciones por Estados Unidos. La investigación sobre el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse en 2021 está estancada, mientras que un gobierno no electo encabezado por el primer ministro interino Ariel Henry se aferra al poder sin elecciones a la vista.
En el medio, los números que describen una catástrofe humanitaria: según el último análisis realizado por Naciones Unidas, una cifra récord de 4,7 millones de personas se encuentra actualmente en situación de hambre extrema, que incluye a 1,8 millones en fase de emergencia y, por primera vez en Haití, 19.000 individuos en un nivel catalogado como catastrófico.
Durante los últimos tres años, la isla ha experimentado un preocupante aumento de la inseguridad alimentaria. Esta insuficiencia afecta actualmente al 65% de su población, especialmente a la más pobre y vulnerable, y el 5% de sus habitantes precisa ayuda humanitaria urgente.
El desbocado aumento de la violencia por parte de grupos armados que se disputan el control del enclave provocó que sus residentes perdieran el acceso a su trabajo, a los mercados y a los servicios de salud y nutrición. Muchos de sus habitantes tuvieron que huir o esconderse en sus casas.
Las pérdidas de cosechas debidas a la escasez de precipitaciones con registros inferiores a la media y el terremoto de 2021, que devastó partes de los departamentos de Grand’Anse, Nippes y Sud, fueron otros factores que empeoraron las condiciones de vida de los haitianos.
Las bandas
En el marco de la crisis democrática e institucional de la isla, con las fuerzas estatales superadas en número y dominadas, las pandillas se han adentrado en el centro administrativo de la capital. Escaramuzas callejeras mortales estallaron en calles alejadas del palacio presidencial.
El número de pandillas ha crecido exponencialmente durante el último año, rodeando la capital de Haití y obligando a las familias a huir.
Mientras algunas bandas se enriquecen con el tráfico de armas y drogas o con el secuestro, otras como el G9 son utilizadas para ejercer el poder político.
Según los informes, en áreas como Cité Soleil, las pandillas retienen alimentos y agua para subyugar a la población local.
Según la Red de Defensa de los Derechos Humanos, había 90 pandillas en el país en 2021.
Ahora, según la Fundación “Je Klere”, una organización de vigilancia ciudadana sin fines de lucro, ese número aumentó a 150, incluidas 92 pandillas en Puerto Príncipe
Entre enero y junio, 934 personas fueron asesinadas, 684 heridas y 680 secuestradas en toda la capital debido a la violencia de las bandas.
Entre el 8 y el 17 de julio, según Naciones Unidas , más de 471 personas fueron asesinadas solo en el barrio de Cité Soleil, y 3.000 se vieron obligadas a abandonar sus hogares, incluidos cientos de niños.
Sanciones e injerencia
El 7 de octubre, el primer ministro haitiano, Henry solicitó el despliegue de una “fuerza armada especializada” internacional para sofocar los disturbios. En un país con una larga historia de intrusión extranjera, esa solicitud provocó grandes protestas y una resolución del Senado haitiano instando a postergarla.
Pero, liderado por Estados Unidos, el clamor tuvo eco en los pasillos de las Naciones Unidas: el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó este viernes una resolución que impone un régimen de sanciones contra Haití y que “exige el cese inmediato de la violencia, las actividades criminales y los abusos de derechos humanos que socavan la paz, la estabilidad y la seguridad del país y de la región”.
Según los especialistas, sin una hoja de ruta política creíble y de propiedad local, otra intervención hará poco para fortalecer las instituciones soberanas de Haití.
Muchos haitianos ven a una fuerza extranjera como otro esfuerzo internacional para reforzar un gobierno ilegítimo pero obediente a Washington en Puerto Príncipe.
El cólera
Mientras el país lidia con los enfrentamientos entre grupos armados y a las violentas protestas por la subida de precios, se registraron siete muertes y se confirmaron cinco casos positivos.
Se están investigando otro centenar de casos sospechosos en el área metropolitana de Puerto Príncipe.
El cólera es una enfermedad transmitida por el agua que causa diarrea aguda y puede ser mortal si no se trata en las primeras horas.
“Con el aumento de la violencia y la inseguridad, muchas de las familias haitianas más pobres no tienen otra opción que beber y utilizar agua no potable”, dijo Bruno Maes, Representante de UNICEF en Haití.
“Las familias no pueden comprar jabón para lavarse las manos, la basura no se recoge en las calles, los centros de salud están cerrados o no pueden funcionar. Todos estos ingredientes han convertido a Haití en una bomba de tiempo para el cólera. Ahora ha explotado”, consignó.
De acuerdo a la ONU, la fuerza de intervención internacional “ayudaría a garantizar el paso de agua, combustible, alimentos y suministros médicos desde los principales puertos y aeropuertos del país hasta las comunidades y los centros de salud de todo el país”.
Anbtonio Guterres, el líder de la Organización afirmó que sigue “gravemente preocupado” por la situación en la nación caribeña, que ha estado luchando contra un brote de cólera en medio de un dramático deterioro de la seguridad, que tiene paralizado al país.
El portugués dijo que el bloqueo de la terminal de combustible de Varreux ha provocado la suspensión de servicios básicos como la distribución de agua potable, indispensable para evitar una rápida propagación del cólera.