Un total de “413 personas murieron y 3.551 resultaron heridas”, declaró Margaret Harris, portavoz de la OMS, en una conferencia de prensa en Ginebra reportada por AFP, Sputnik y Europa Press.
James Elder, portavoz de Unicef, señaló que “al menos 9 niños murieron en los combates y más de 50 resultaron heridos”.
“Por desgracia, sabemos que, mientras los combates continúen, los niños seguirán pagando el precio”, añadió.
También señaló que la atención vital que se prestaba antes de los enfrentamientos a unos 50.000 niños gravemente desnutridos “se interrumpió”.
“La vida de estos niños está amenazada”, subrayó.
Sudán tiene una de las tasas de desnutrición infantil más altas del mundo, con más de 600.000 niños con desnutrición aguda grave antes de los recientes enfrentamientos, según Unicef.
El trasfondo del conflicto
Desde que ocurrió un golpe de Estado en octubre de 2021, Sudán es gobernado por un consejo de generales.
Dos militares se encuentran en el centro de la disputa.
Por un lado, el general Abdel Fattah al Burhan, quien se desempeña como jefe de las fuerzas armadas y ocupa el cargo del presidente del país.
Por el otro, su segundo y líder de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), el general Mohamed Hamdan Dagalo, más conocido como Hemedti.
Ambos están en desacuerdo sobre la dirección que tomó el país y la propuesta de transición hacia un gobierno civil.
Uno de los puntos más conflictivos se refiere a los planes de incluir en el ejército a las RSF, conformadas por 100.000 efectivos, y a quién sería el encargado de liderar la nueva fuerza.
La violencia se desató, luego de que miembros de las RSF fueran redistribuidos por el país en una medida que el ejército interpretó como una amenaza.
El 13 de abril, los canales de televisión árabes comunicaron que el grupo paramilitar RSF había desplegado sus unidades en la ciudad de Merowe, en el norte de Sudán.
En la noche de ese mismo día, el Ejército sudanés, comandado por el general Abdel Fatah al-Burhan, emitió una declaración, según la cual el despliegue de las RSF en Jartum y varias ciudades “era ilegal” y se había realizado sin coordinación alguna con las Fuerzas Armadas.
Dos días después, estallaron los enfrentamientos entre el Ejército de Sudán y las RSF.
Los paramilitares acusaron al Ejército de haber atacado su base en Jartum y anunciaron la toma del Palacio de la República (sede de la Presidencia), el aeropuerto de la capital y la base aérea de Merowe.
El Ejército, por su parte, desmintió esas declaraciones y aseguró que mantiene el control sobre todas las instalaciones estratégicas, incluido el Palacio Presidencial.
Al Burhan y Daglo fueron aliados hasta el presente, pues los dos comandaron el golpe de Estado que en 2019 terminó con los 30 años de gobierno de Omar al Bashir.
En ese momento, había grandes protestas callejeras que pedían el fin del gobierno y el ejército organizó un golpe de Estado para sacarlo del poder.
La población continuó exigiendo un papel en el plan para avanzar hacia un gobierno democrático.
Se estableció un gobierno conjunto militar-civil, pero este fue derrocado por otro golpe en octubre de 2021.
Sesde entonces, la rivalidad entre el general Burhan y el general Dagalo (“Hemedti”) se ha intensificado.
En diciembre del año pasado se llegó un acuerdo marco para devolver el poder a los civiles; sin embargo, las conversaciones para ultimar los detalles han fracasado.
Ayer, citando al Ministerio de Salud de Sudán, el canal de televisión Al-Arabiya reportó que los muertos a causa de las hostilidades superaron los 600.