El 23 octubre de 1947, el rey Gustavo V de Suecia entregó el Premio Nobel de Medicina y Fisiología al primer latinoamericano distinguido en ciencias, el argentino Bernardo Houssay.
El Nóbel
Fue por su trabajo acerca del “papel desempeñado por la hormona del lóbulo anterior de la hipófisis en el metabolismo del azúcar”. Este descubrimiento cambió para siempre la forma de luchar contra la diabetes.
El reconocimiento fue compartido con el matrimonio Cori-Radnit, una pareja de científicos checoslovacos nacionalizados estadounidenses, quienes también hicieron importantes aportes al tratamiento de esa enfermedad.
Bernardo Houssay fue uno de los primeros científicos del mundo en entender qué la causa.
A través de diversos experimentos, entendió cómo interactúan la glándula pituitaria (o hipófisis) y el páncreas para regular el metabolismo de la glucosa y postuló que, equilibrando las hormonas que generan dichas glándulas, sería posible controlar la diabetes.
Las ideas
Pero el laureado científico distaba de ser un genio en soledad.
Consciente del rol social de su disciplina, cumplió un papel central en el desarrollo e institucionalización de la ciencia argentina y en la modernización de la enseñanza universitaria de la Medicina.
En relación con el desarrollo de la ciencia, sostuvo la importancia de la ciencia para el desarrollo de un país independiente y fue vehemente en la defensa de la libertad de investigación, lo cual le trajo problemas políticos que supo superar.
La fundación de la Sociedad Argentina de Biología (1920), la creación de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (1933), la organización del Instituto de Fisiología (1935), la fundación del Instituto de Biología y Medicina Experimental (1944), fueron algunos de sus más importantes compromisos para promover el desarrollo científico en el país y ponerlo a la altura de las naciones desarrolladas, con todo lo dificultoso que ello significaba para la época.
Su punto culminante fue la creación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, 1958), del que fue presidente hasta su muerte, en el año 1971.
“Sin investigación científica y técnica, ningún país moderno puede sobrevivir”, le dijo al Noticiero de Canal 7 en 1958.
En la misma entrevista, destacó el rol del Estado como primer responsable de garantizar las condiciones para lograrlo, y se puso al frente de los reclamos por mejores salarios y derechos para los hombres y mujeres de ciencia, como la mejor herramienta para prevenir la “fuga de cerebros”.
El hombre
Bernardo Alberto Houssay nació en Buenos Aires el 10 de abril de 1887 en el seno de una familia de inmigrantes franceses.
Fue un estudiante prodigio. Se graduó de bachiller a los 13 años, en el Colegio Nacional de Buenos Aires (CNBA); a los 17 años se recibió de farmacéutico y a los 23 años de médico.
Trabajó en el Instituto Bacteriológico Nacional (hoy, Instituto Malbrán), dirigiendo el Departamento de Sueros y participó de la campaña nacional sobre antídotos de víboras en distintas provincias del país.
Houssay se dedicó a la enseñanza universitaria desde los 23 años y, cuando por cuestiones políticas no pudo ejercer la docencia, impartió sus conocimientos desde el Instituto de Biología Experimental.
Desde allí, bregó por la modernización de la enseñanza universitaria y la incorporación de la investigación experimental al estudio de la Medicina.
Consideraba que en la universidad además de impartirse conocimientos debía realizarse investigación.
En el Instituto conoció al Dr. Salvador Mazza y a la Dra. María Angélica Catán, otros dos precursores de la ciencia nacional.
Participó en la creación del Instituto de Fisiología en la Facultad de Medicina, de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y fue designado profesor titular de la Cátedra de Fisiología, espacio que convirtió en el moderno centro de investigación Instituto del Dr. Houssay, con gran relevancia hasta hoy.