Frente al fracaso evidente de las políticas de corte prohibicionista en los últimos 100 años, fueron adquiriendo mayor vigencia y apoyo las estrategias de intervención denominadas de “reducción de riesgos y daños”.
En el ámbito de las drogas, este modelo entiende que el fenómeno del consumo es complejo, multifacético y que es parte de la realidad de nuestro mundo, y elige minimizar los riesgos y los daños asociados al consumo de los usuarios en lugar de ignorarlos o perseguirlos, sin que esto implique −de ninguna manera− restarle importancia al real peligro asociado al uso de sustancias psicoactivas.