El expresidente ecuatoriano Rafael Correa se encuentra en Argentina desde mediados de esta semana. Además de presentar junto a Evo Morales y Alberto Fernández un libro que relata cómo se salvó la vida del boliviano tras el golpe de estado que sufrió en 2019, Correa desarrolló una amplia agenda, que incluyó una visita al canal público para una entrevista exclusiva con el noticiero internacional de la Televisión Pública.
En nuestros estudios, el dirigente y referente de la llamada Revolución Ciudadana reflexionó sobre el poder, la democracia y los horizontes del progresismo.
“Esas élites que siempre nos han dominado no creen en la democracia. Son demócratas mientras ganen ellos”, afirmó. “Cuando dejan de ganar ellos utilizan todos los medios para tratar de recuperar parte del poder que perdieron y eso lo que hemos vivido en los últimos años con la restauración conservadora, sobre todo a partir del 2014, donde sin respetar la democracia, la constitución y los derechos humanos, han tratado de retornar por ejemplo con golpes de Estado, como sucedió en Brasil y en Bolivia”, reflexionó.
Tras gobernar su país durante diez años, antes de ser sucedido por el que era entonces su delfín, Lenin Moreno, Correa hace un balance y advierte a los políticos progresistas que hay una diferencia entre llegar al gobierno y conquistar el poder.
“Cuando uno llega a ganar elecciones en América Latina no se gana el poder”, sentencia. “Tengamos claro que los poderes fácticos continúan intactos, para empezar porque los mantienen así, entre otros, el poder mediático, lo cual es un problema para la democracia, que no es plena sin información”, explica. Además de su preocupación por el “poder sin contrapoder” que constituyen los medios, Correa echa en la ecuación a “los poderes económicos, los poderes militares poderes extranjeros y una institucionalidad que está diseñada para que independientemente de quién llegue al gobierno seguir haciendo lo mismo de siempre”. Para el ecuatoriano, la única alternativa que tienen los gobiernos progresistas es “construir el poder popular”.
Aun así, admite que se trata de una tarea difícil, marcada por la confrontación. “Cuando llegas al gobierno se te juega mucho cada día, porque como no tienes realmente poder, puedes ser víctimas de una desestabilización en cualquier momento”, señaló el expresidente, que tuvo que sortear un intento de golpe en 2010, cuando policías rodearon la casa de gobierno en una tarde de septiembre que es recordada por la posición que tomó Correa para detener la sublevación: ” Si quieren matar, mátenme”, dijo al enfrentarse a la guarnición de Quito.
Pero también deja lugar a la autocrítica: “En 10 años de gobierno, ¡qué error no se va a cometer! Pero, además, con el bombardeo permanente la prensa y la manipulación es muy difícil mantener ese apoyo político que se requiere para las transformaciones que nos sacan del subdesarrollo”.
Además del poder mediático, las cuestiones financieras referidas al desarrollo también preocupan a Correa. Para el exmandatario, que además es economista, el sistema económico internacional y sus condicionamientos están en el seno de las dificultades para realizar cambios profundos, aún cuando existe voluntad política.
Un ejemplo de inconducta financiera que le preocupa son las revelaciones de los Pandora Papers y sus implicancias en el escenario político continental. “Nadie puede justificar las guaridas fiscales”, señaló, y apuntó contra Lasso, actual presidente de su país y uno de los nombres que descubrió la investigación entre los políticos del mundo con cuentas offshore. “En Ecuador hay una ley por la cual ningún candidato puede tener fondos en exterior qué es lo que pasa con Lasso. El presidente tiene capitales offshore: sus empresas offshore, los dineros o ahorros familiares también, y sin embargo no es condenado por esto”, afirmó. “En Ecuador no solo es inmoral tener la plata en una guarida fiscal, es absolutamente ilegal”, subrayó.