Durante la reciente cumbre del grupo de los BRICS en Sudáfrica, el presidente de Brasil Luiz Inácio Lula Da Silva volvió a la carga con las presiones para que su país ingrese como miembro permanente al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y consiguió que esa pretensión de larga data de Itamaraty aparezca reflejada en el documento final del encuentro.
“Apoyamos la reforma exhaustiva de la ONU y de su Consejo de Seguridad para hacerla más democrática, representativa, eficaz y fructífera”, señala el texto que recoge lo debatido en la cumbre de los BRICS, que concluyó en Johannesburgo el 24 de agosto pasado.
Un importante logro diplomático de Lula, quien viene insistiendo con esta propuesta durante todos sus mandatos como presidente brasileño.
No es casualidad, por caso, que el texto parezca casi calcado de las palabras del presidente de Brasil, que dos días después, desde Angola, volvió a defender la reforma del Consejo de Seguridad, que nació en 1945 tras la II Guerra Mundial, en un contexto geopolítico completamente diferente.
En mayo pasado, tras asistir a la coronación del rey Carlos III en Londres, Lula ya había pedido la ampliación de ese cuerpo, argumentando que era inexplicable que un país como la India, de 1400 millones de habitantes, no lo integrara, así como el propio Brasil, Argentina o México en el caso de América Latina, y Nigeria, Sudáfrica y Egipto por parte de Africa.
El planteo de Lula tiene mucha resonancia en el continente africano, donde varios países también vienen reclamando una reforma.
Ahora bien, ¿qué es el Consejo de Seguridad? Es uno de los seis órganos principales de la ONU. Sus cuatro objetivos globales son mantener la paz y la seguridad internacionales; fomentar relaciones de amistad entre naciones; cooperar en la solución de problemas y el respeto a los derechos humanos; y coordinar los esfuerzos de las naciones.
Su primera sesión fue el 17 de enero de 1946 en Londres, y desde su inicio está conformado por cinco miembros permanentes según el orden geopolítico de entonces: China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos.
Hay además otras 10 plazas no permanentes, que recaen en países elegidos por la Asamblea General, los que ocupan un asiento en el Consejo por un período de dos años. Actualmente, los miembros no permanentes son Albania, el propio Brasil, Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Gabón, Ghana, Japón, Malta, Mozambique y Suiza.
Para que cualquier resolución del Consejo sea aprobada, debe recibir nueve votos a favor de los 15 países que lo integran.
Pero solo los cinco miembros permanentes tienen la potestad de vetar cualquier decisión, la que solo se ejecuta si tiene la aprobación de todos. Un derecho que pueden ejercer aun cuando sea alguno de ellos quien inicia un conflicto bélico, una invasión u ocupación en otro país.
Así planteado, el derecho a veto ha paralizado en muchas ocasiones al Consejo frente a graves conflictos, por lo que en 2022 la Asamblea General aprobó una resolución que obliga a los 5 miembros permanentes a justificar su veto, algo a lo que se opusieron China y Rusia.
Lula, por su parte, parece decidido a no dejar caer el asunto: ya anunció que este mes volverá insistir con la necesidad esta reforma, cuando se lleve adelante la Asamblea General de la ONU en Nueva York, que se inaugura la semana próxima.
De hecho, anticipó que aspira a mantener una reunión con su par estadounidense, Joe Biden, para convencerlo de modificar la integración del Consejo de Seguridad.
Su carta, al parecer, es mostrar la renovada influencia de Brasil en el escenario mundial a través de su incidencia en los BRICS, que se está convirtiendo en la principal herramienta de la República Popular China, primus inter pares, en su disputa con los Estados Unidos por la hegemonía global.
En ese contexto, la propuesta de Lula de ampliar el Consejo de Seguridad podría ser aceptable para Washington en tanto válvula de escape para balancear en las Naciones Unidas la consolidación del polo liderado por Beijing y evitar el vaciamiento definitivo del organismo internacional, cuestionado por su olvido selectivo del denominado Sur Global.