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Pelé, a los 20 años: el respeto por Racing y los días por vivir

El recuerdo del astro brasileño, en el marco de la previa de un amistoso que jugó el Santos con el equipo de Avellaneda en Buenos Aires.

Ya era el rey. Aquella tarde del 27 de septiembre de 1961, el día antes del amistoso con Racing en la cancha de Huracán, Edson Arantes do Nascimento mostró en un puñado de minutos rasgos de la personalidad que acompañó a su talento innato.

Hacía rato ya que tenía claro que al fútbol se juega fuerte, pero con lealtad. Acaso desde la cuna.

Campeón del mundo a los 17 años, en Suecia 58, proyectaba hegemonía sudamericana en Chile 62. Y hasta se veía casado “tres o cuatro años” después. Fue campeón de nuevo en el 62. Se casó por primera vez en el 66, siguió brillando en el Santos, la rompió en México 70 para su triple corona personal y fue Su Majestad sin discusiones hasta la irrupción de Maradona.

Al día siguiente de aquella entrevista en Buenos Aires, el jueves 28 de septiembre, abrió y cerró con su clase un duelo al que los cronistas de la época llamaron “el partido perfecto”.

Racing tenía un equipazo (el “Marqués” Sosa, Corbatta, Pizzuti…) y empezó ganando en el Tomás Ducó, ante 47 mil almas. Pero el Santos en general y Pelé, en particular, dieron cátedra.

El equipo brasileño venció por 4-2 con dos tantos del rey. Y el último fue una obra de arte, como una postal de su leyenda: se elevó en el área para recibir un tiro libre, suspendido en el aire bajó la pelota con el pecho, le dio de tijera, selló el triunfo y llenó los ojos de asombro a su alrededor.