A meses de cumplir 100 años, murió en su mansión de Connecticut el ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, que durante décadas fue, primero en su rol en las presidencias de Nixon y Ford y después, desde su actividad privada, una de las voces más influyentes en el siglo XX.
Aún en sus últimos años, era una referencia para los poderosos del mundo, y se mantenía activo: a mediados de 2023, realizó una visita a Xi Jinping en China, en la que se vio que el anciano aún tenía ímpetu para la diplomacia.
La noticia de su fallecimiento fue divulgada por la noche en un comunicado de su empresa Kissinger Associates, que no especificó las causas del deceso y anunció que será sepultado en un “servicio familiar privado”, cuya fecha y lugar no reveló.
Una biografía destacada
Nació en Fürth, Baviera, el 27 de mayo de 1923, en cuna de familia judía, que quince años más tarde abandonaría Alemania, escapando de la persecución nazi. En Estados Unidos, se convirtió en el hijo putativo de la familia Rockefeller y, a fuerza de imaginación, conocimiento de la realpolitik y de un anticomunismo rabioso, terminaría siendo el arquitecto de la política exterior no sólo de ese país, sino también un hombre de muchísima influencia en la historia dictatorial de diversos países alrededor del mundo, entre ellos Argentina y Chile.
Kissinger se recibió con honores en Ciencias Políticas en Harvard, cuyos estudios fueron financiados por la familia Rockefeller, y se estableció como docente en dicha universidad. El académico fue llamado como asesor del Consejo Nacional de Seguridad y de la Junta de Coordinación de Operaciones de Seguridad, en 1985.
El coqueteo con el poder de Kissinger comenzó de la mano del presidente Richard Nixon, a quien acompañó como secretario de Estado durante sus dos presidencias y fue el artífice de la “salida elegante” de la guerra de Vietnam, un conflicto que ya llevaba lustros de duración y que se había vuelto impopular ante la falta de avances de EE.UU. contra el pequeño país asiático. El académico puso como objetivo la desmilitarización a través del aumento de los bombardeos, provocando miles de muertes.
La extensión militar estadounidense llegó al punto de invadir Camboya, que se encontraba en guerra civil. Esto resultó en la asunción de Pol Pot, el líder de los Jeremes Rojos, desatando una carnicería. Algo parecido sucedió en Laos, que al estar atravesado también por conflictos internos, fue sencillo de invadir militarmente por Nixon, dirigiendo los bombardeos a esta zona que abastecía de recursos al Vietcong, o Frente de Liberación de Vietnam: el enemigo a vencer por los norteamericanos. No quedó ni un edifico en pie.
En 1973 fue elegido como representante norteamericano para las negociaciones de paz con Vietnam del Norte que se llevarían a cabo en París. El interlocutor era Le Duc Tho, quien planteó la imposibilidad de un acuerdo si primero no terminaban los bombardeos. Finalmente, el consejero firmó la retirada de las tropas estadounidenses y la desmilitarización de Vietnam del Sur. La guerra continuó dos años y medio más, hasta la victoria norvietnamita sobre el sur. Tanto Tho como Kissinger fueron nominados al Premio Nobel de la Paz en octubre de 1973. Tho fue el único de los dos que no lo acepto, dado que la guerra no había cesado.
La controversia sobre el Nobel a Kissinger aún se mantiene. Varias campañas insistieron para que se le retire el premio, a la luz de sus antecedentes. El Comité Nobel jamás revocó la concesión de un premio y nunca se mostró proclive a dar el primer paso en el caso Kissinger. Las críticas se incrementan si se tienen en cuenta las fechas.
El Nobel fue otorgado un mes después de uno de los hechos más dramáticos de América Latina en el último medio siglo, y que significó la expansión del anticomunismo al Cono Sur: el golpe militar en Chile.
Documentos desclasificados por la Casa Blanca registraron una conversación entre Pinochet y Kissinger en Santiago, Chile, en 1976, y demostraron que el estadounidense presionó desde 1971 a favor del golpe a Allende.
Cuando Pinochet fue detenido en Londres en 1998, el juez español Baltasar Garzón pidió interrogar a Kissinger por su supuesta responsabilidad en el Plan Cóndor, la coordinación de las dictaduras sudamericanas de fines de los 70 y principios de los 80 para detener y matar opositores, pero el Reino Unido negó esa posibilidad.
Actor clave en el Plan Cóndor
El año 1975 fue el año de constitución de un entramado de dictaduras latinoamericanas que constituirían un auténtico operativo contra el avance de las ideas de izquierda y autodeterminación popular que corrían con fuerza en el continente: América Latina pasaba a ser el objetivo central de la agenda norteamericana.
Durante sus reuniones con el ministro de Relaciones Exteriores argentino, vicealmirante César Augusto Guzzetti, Kissinger le aseguró que Estados Unidos era un aliado, pero le urgió a “volver a procedimientos normales”, rápidamente antes de que el Congreso de Estados Unidos volviese a reunirse y tuvieron la oportunidad de considerar las sanciones: así, instó a los militares a actuar en la clandestinidad para llevar adelante los operativos de secuestro y desaparición de personas, y a hacerlo “lo más rápido posible”.
El golpe del 24 de marzo de 1976 produjo un giro en la relación con Estados Unidos. No hubo intervención directa de la CIA, como en el caso chileno, pero sí un apoyo político, económico, diplomático y militar a la dictadura.
El anuncio del plan de Martínez de Hoz, el 2 de abril, llevó a la Administración Ford a otorgar ayuda financiera a la Junta Militar encabezada por Videla. En los meses siguientes, fluyó también la asistencia militar.
El ministro de economía, según la Casa Blanca, era una garantía para los intereses económicos estadounidenses en la región. Y el gobierno de facto, una garantía para el “combate contra la subversión”.
Las fuerzas armadas, después del auge de luchas populares inaugurado por el Cordobazo y del traumático retorno del peronismo, daban seguridades a Kissinger de mantener al país en el rumbo occidental, cristiano y anticomunista.
La Junta Militar parecía ser un resguardo para la seguridad nacional de Estados Unidos.
De acuerdo al doctor en Historia Leandro Morgenfeld: “La figura de Henry Kissinger es clave para entender el rol de Estados Unidos, antes, durante y después del golpe de estado del 24 de marzo de 1976”. Para Morgenfeld, durante la dictadura cívico militar, Kissinger tuvo “un doble discurso”, planteando en público su preocupación por la violación de los derechos humanos, y en privado “avalando el terrorismo de estado, conocido por la Administración Ford apenas semanas después del golpe”, escribe el investigador.
El 21 de junio de 1978, junto con Videla, Kissinger presenció el 6 a 0 de la Argentina a Perú por la Copa del Mundo. El demócrata Jimmy Carter había asumido la presidencia, por lo cual el alemán ya no era parte del gobierno estadounidense. No obstante, su contacto con la dictadura era constante, según revelan documentos desclasificados por Estados Unidos en 2016 y 2017.