Política

Mercosur, 30 años de integración

A 30 años de la firma del Tratado de Asunción por el que se creó el Mercosur, el bloque comercial regional celebra el aniversario entre diferencias y el fantasma de la desunión. Uno de los grandes desafíos del organismo es el retorno de los países asociados a la procuración de sus intereses comerciales de forma individual, y la disputa por el sentido democrático y político de la integración.

Hace 30 años, cuando los presidentes de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay firmaron en Asunción el tratado fundacional del Mercosur, América del Sur era otro mundo. Varios países se liberaban de brutales dictaduras militares.

Pero gracias al Mercado Común del Sur surgió una floreciente comunidad económica en la década de 1990. El comercio entre los países se quintuplicó. La región atrajo inversiones. Fabricantes de automóviles construyeron cadenas de valor regionales. El Mercosur también ha sido exitoso a la hora de superar crisis: la postura conjunta de los presidentes del Mercosur impidieron un golpe militar en Paraguay en 1996.

Con un PIB nominal de 1,835 billones de dólares y una población de 270 millones, Mercosur es una de las seis mayores comunidades económicas del mundo.

Durante su historia, el Mercosur se abrió a nuevos socios como Venezuela y Bolivia. La primera nación se encuentra suspendida, tras el retorno de gobiernos conservadores en toda la región, mientras que el segundo país espera la ratificación de los demás miembros para integrarse plenamente.

Sin embargo, durante la crisis financiera de hace diez años, y tras la reciente caída del acuerdo Mercosur-Unión Europea, los países asociados volvieron a sus intereses nacionales, negociando directamente tarifas aduaneras y acuerdos de manera bilateral con países externos al bloque.

El futuro del Mercosur es incierto. Brasil, Uruguay y Paraguay quieren reducir los aranceles. Uruguay, y quizás pronto Paraguay, quieren concluir un acuerdo con China, y Brasil quiere unir fuerzas con EE.UU. Argentina, por su parte, expresó su intención de profundizar la alianza regional, enfatizando su carácter de organismo esencial para el sostenimiento de las democracias en América del Sur, además del fortalecimiento de los lazos comerciales.

Esas diferencias de criterios se podían palpar en la reunión de presidentes que fue el evento central de la conmemoración del aniversario.

Los líderes del Mercosur celebraron una reunión virtual ante la pandemia y con motivo de los 30 años del bloque, en la que volvieron a quedar expuestas históricas diferencias, especialmente sobre el arancel externo común y la “flexibilidad” para negociar acuerdos comerciales.

El presidente que más acentuó las diferencias fue el de Uruguay, Luis Lacalle Pou, quien resaltó que el Mercosur no podía ser un “lastre” que actúe como un “corset” que impida el movimiento.

“No queremos ser lastre para nadie”, retrucó Alberto Fernández. “Si esa carga pesa mucho, lo más fácil es abandonar el barco”, dijo el mandatario que organizó la cumbre ya que Argentina ostenta la presidencia pro témpore.

Lacalle Pou, junto al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el de Paraguay, Mario Abdo Benítez, pidieron “flexibilizar” la dinámica del bloque. Pero el mandatario argentino, quien presidió la reunión, ya había aclarado en su discurso que no quiere ir hacia una baja generalizada del arancel externo común.

“No creemos que la reducción lineal del arancel externo sea el mejor instrumento. Argentina propone preservar el equilibrio entre sectores agrícolas e industriales, con justicia social, en un contexto de incertidumbre global absoluta”, dijo Fernández.

En cambió, el presidente brasileño aseguró que la intención de Brasil es actualizar el arancel externo.

“Brasil desea contar con apoyo para seguir ampliando la red de negociaciones comerciales internacionales, con las actualizaciones del arancel externo. Necesitamos atraer inversiones. Superar con urgencia los grandes daños ocasionados por la pandemia”, afirmó.

Lacalle Pou, por su parte, destacó que el Mercosur “ha tenido más aciertos que errores” pero aclaró que Uruguay no se conforma con eso.

“No estamos conformes. Estamos de acuerdo en rever el arancel. Tenemos que avanzar en negociaciones con otros bloques. El acuerdo con el bloque europeo se ha trabajado por mucho tiempo. Debemos sincerar ese proceso. Proponemos que sea con una flexibilización” en las negociaciones externas, solicitó el uruguayo.

En la misma línea, el mandatario paraguayo proclamó que “las negociaciones externas sean conjuntas y coordinadas, pero que no sean una barrera a nuestro desarrollo”.

En tanto, Fernández había afirmado que el Mercosur había sido un “verdadero hito para América Latina” y ​reclamó una “visión pragmática que permita consensuar una agenda común: no una agenda para cada semestre, sino de mediano plazo, que trascienda urgencias políticas, fije prioridades y esté interrelacionada con la consolidación interna del bloque”.

“Debemos estar orgullosos de lo que logramos con nuestra decisión política de dejar atrás viejas tensiones y optar en cambio por una estrategia de unidad y vocación integradora”, dijo.

En esa sintonía, rescató que se alcanzaron consensos fundamentales como “el compromiso con la democracia”, el respeto por los derechos humanos “como un valor esencial e irrenunciable para la convivencia”; y el reconocimiento a la “diversidad” de los pueblos.

El mandatario argentino reiteró que el Mercosur “ha permitido avanzar desde una lógica de rivalidad hacia una de cooperación”, y destacó que “fue y es un espacio catalizador de principios y valores compartidos, que ha favorecido la consolidación de las instituciones democráticas en la región y ha sentado las bases para dejar atrás el peligro de las dictaduras y los gobiernos de facto”.