Internacional

Los devastadores efectos globales del cambio climático

La crisis climática amplificó los eventos meterológicos extremos en todo el mundo. Inundaciones, incendios y otros fenómenos cada vez más devastadores preocupan a los países centrales, mientras el cambio climático se profundiza. ¿Se puede prever y detener?

Hasta hace poco tiempo se hablaba del cambio climático como una amenaza para el futuro. Los frentes de batalla eran lugares remotos como el Ártico, donde los osos polares se están quedando sin hielo marino del que cazar. El aumento del nivel del mar y la sequía extrema eran un problema para el mundo en desarrollo.

Sin embargo, en el último mes es el mundo desarrollado el que ha estado en la primera línea de fuego.

En las últimas cuatro semanas, las inundaciones en Europa arrasaron con calles y se tragaron casas que habían estado en pie durante más de un siglo en el tranquilo pueblo alemán de Schuld. Un pueblo canadiense de apenas 250 habitantes, más conocido por su aire fresco de montaña, se quemó completamente en un incendio forestal que tuvo lugar tras la ola de calor sin precedentes.

Y en el oeste de Estados Unidos, solo unas semanas después de una ola de calor histórica, unos 20.000 bomberos y funcioarios fueron desplegados para combatir 80 incendios grandes que han consumido más de 4.047 kilómetros cuadrados.

Los científicos del clima han advertido durante décadas que la crisis climática conduciría a fenómenos meteorológicos más extremos. Dijeron que serían mortales y que serían más frecuentes. Sin embargo, ahora muchos están expresando su sorpresa ante el hecho de que los récords de calor y lluvia se estén rompiendo por márgenes tan grandes.

Desde la década de 1970, los científicos han predicho con bastante precisión en qué medida aumentaría la temperatura en el mundo. Lo que es más difícil de predecir para sus modelos —incluso con computadoras que son cada vez más poderosas— es cuán intenso será el impacto.

Los científicos usan simulaciones por computadora de eventos meteorológicos para hacer proyecciones sobre cómo pueden cambiar dentro de décadas. Pero no pueden lograr el detalle suficiente, incluso llegar a un nivel de ciudad, para predecir los eventos más extremos. A pesar de los avances de la tecnología, las computadoras todavía no son lo suficientemente sofisticadas para operar a una resolución tan alta.

Incluso sin esta modelización granular, los activistas por el clima —y cada vez más las comunidades afectadas por eventos meteorlógicos extremos— están pidiendo más acciones para abordar el cambio climático. La canciller alemana, Angela Merkel, dijo durante el fin de semana: “Tenemos que darnos prisa, tenemos que ir más rápido en la lucha contra el cambio climático”.

Varios países desarrollados, incluido Estados Unidos, aumentaron significativamente este año sus compromisos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La semana pasada, la Unión Europea dio a conocer un ambicioso plan para poner el clima en el centro de casi todas las iniciativas económicas y de desarrollo que tiene.

Sin embargo, muchos activistas dicen que sus promesas no llegan a lo necesario para contener el aumento de la temperatura promedio global a 1,5 grados Celsius. Esta es la cifra que, según el Panel Internacional para el Cambio Climático, es clave para evitar impactos aún más catastróficos del cambio climático. También critican a los gobiernos que hacen promesas ambiciosas mientras continúan aprobando nuevos proyectos de combustibles fósiles, incluidas las minas de carbón y las instalaciones de petróleo y gas.

Merritt Turetsky, directora del Instituto de Investigación Ártica y Alpina, espera que estos fenómenos meteorológicos en el mundo desarrollado impulsen ese tipo de acciones. Ella misma está desafiando sus propias percepciones sobre dónde están los frentes de batalla del cambio climático y quiénes son vulnerables.

“Quizás esto sea un mal necesario”, dijo Turetsky. “Solíamos pensar en esos frentes de batalla como naciones insulares debido al aumento del nivel del mar o en el Ártico”.

“Sabemos que hay una disonancia cognitiva cuando el cambio climático afecta a personas que están tan lejos de lo que conocemos. Tendemos a dejarlo en un estante, porque una cosa es ver ‘esto es lo que dicen’, pero otra cosa es sentirlo. Estamos en un punto en el que todos en el planeta ahora han sentido los impactos del cambio climático ellos mismos, o al menos los han sentido alguien a quien aman o conocen. Se acerca cada vez más”, agregó.