La mayor parte de las gobernaciones y las principales ciudades del país quedaron en manos opositoras, en tanto el ofcialismo solo triunfó en dos departamentos, Nariño y Magdalena.
La derrota más resonante es la de la capital, Bogotá, en la que se impuso, sin necesidad de una segunda vuelta, Carlos Fernando Galán, del partido Nuevo Liberalismo, hijo del dirigente liberal Luis Carlos Galán, asesinado en 1989 por el cartel de Medellín, y quien sucederá a la alcaldesa Claudia López, del partido Alianza Verde.
En Bogotá, el candidato del Pacto Historico, Gustavo Bolívar, terminó tercero, detrás del centroderechista Juan Daniel Oviedo. En Medellín, en tanto, se impuso un ex alcalde conservador, con fuertes vínculos con el uribismo, Federico Fico Gutiérrez.
En Cali, por una coalición independiente, triunfó Alejandro Éder, y en Barranquilla, Alejandro Char, del partido Cambio Radical.
Lo que parece ser un retroceso del gobierno de Gustavo Petro, quien tuvo en los últimos tiempos varios traspiés en la opinión pública, y mantiene una imagen desfavorable en torno al 57%, tiene en realidad varias lecturas, ya que el oficialismo no compitió con candidatos fuertes en las principales plazas electorales.
Pero los resultados, que algunos analistas ven como un inevitable referendo sobre la popularidad de Petro, también indican una importante fragmentación de la oposición, algo que se reflejó en los 35 partidos políticos que participaron de estos comicios.
Primaron sobre todo dinámicas locales, influidas por poderes económicos propios de cada región, en las que las demandas de obras de infraestructura, la seguridad y el acceso a servicios básicos determinaron el sentido del voto en cada caso.
Los ganadores de estos comicios tienen bastante poco en común además de ser críticos de Petro.
De todos modos, no puede ignorarse que las dificultades que ya experimentaba el oficialismo con su ambicioso plan de reformas laborales, judiciales, de seguridad y de salud, ahora podrían acentuarse, y que el cambio en la política colombiana representado por la llegada al poder de un presidente de izquierda y ex guerrillero parece haber encontrado un límite a su expansión, con el impulso a candidatos que pertenecen a la tradicional clase política colombiana, luego del retroceso que habían experimentado los partidos históricos entre 2019 y 2022.
La derrota oficial fue reconocida por la vicepresidenta, Francia Márquez, quien a través de la red social X felicitó a los ganadores y manifestó la disposición del gobierno a trabajar en conjunto con las nuevas autoridades electas de las distintas regiones del país.
Petro, por su parte, bromeó en un acto oficial sobre la minoría que constituiría ahora el oficialismo, acusando recibo de los resultados en forma elíptica.
Gustavo Petro acaba de cumplir un año en el Palacio de Nariño en agosto de 2023.
Todavía le quedan tres años para asimilar el golpe, intentar modificar el balance de fuerzas y planificar la continuidad de su proyecto político de cambio, con la consolidación del proceso de paz y mejoras económicas palpables como los ejes principales del tiempo que le resta en el poder.