En los primeros años de la primavera democrática, un programa de humor que buscaba un inestable equilibrio entre el periodismo y la actuación, entre la ficción y la actualidad, entre las entrevistas en estudio y los móviles más delirantes, logró poner en foco algo decisivo de ese tiempo: la relación de la política con los medios y los ciudadanos. Hija de la revista Humor, hermana o prima de Semanario insólito y Mesa de noticias, La noticia rebelde puso en escena a cinco grandes del buen humor: Raúl Becerra, Carlos Abrevaya, Jorge Guinzburg, Adolfo Castelo y Nicolás Repetto. La noticia rebelde: una biografía, del periodista Diego Igal, reconstruye mediante entrevistas, archivo y youtube las precuelas y el desarrollo de este fenómeno de la segunda mitad de los años 80, cuando la televisión todavía era suficientemente inocente como para dejar que desde adentro, unos locos sueltos la llevaran al límite de lo permitido.
La “biografía” de La noticia rebelde del periodista Diego Igal es un viaje emotivo y conceptual al corazón de la primavera democrática. Un período que excede en su espíritu al gobierno de Alfonsín, hunde sus raíces en los estertores de la dictadura y se termina a gusto y placer de quien lo observa a la distancia: algunos ponen el límite temprano en 1985, con el rigor del ajuste de la economía de guerra; otros lo extienden a 1987 o 1988. Los orígenes del programa que brilló en la televisión pública durante tres temporadas .
Fueron cinco las caras más célebres de La noticia rebelde: Raúl Becerra, Adolfo Castelo, Jorge Guinzburg, Carlos Abrevaya y Nicolás Repetto, el joven caído del cielo que se integró al cuarteto inicial. Años después, Raúl Becerra, cerebro del asunto, recordaría esos inicios de Semanario insólito en un testimonio que fue recogido en el volumen Estamos en el aire (Carlos Ulanovsky, Silvia Itkin y Pablo Sirvén), uno de los pocos libros dedicados a la historia de la televisión argentina.
Entre 1986 y 1987 el programa fue tomando vuelo, temperatura, audacia. Los pilares fueron la sección “Pasando revista”, donde se pagaba tributo a cierto elitismo cultural que siempre marcó a Humor sobre todo en su mirada sobre el espectáculo, la cultura popular –TV incluida- y la farándula. Igualmente, la burla y el escarnio que se coronaba con un huevo arrojado sobre la nota denostada, solía subir la venta de la revista de turno, así como romper un disco en vivo levantaba las ventas del cantautor perseguido. Y el otro pilar: la entrevista demoledora que con su famosa primera pregunta para “romper el hielo”, se convirtió en marca registrada de Guinzburg.
La última temporada fue en 1989, cuando ya la primavera democrática era polvo y humo entre la hiper inflación y las elecciones adelantadas, un panorama que no dista demasiado de lo que hoy vivimos, cuando el humor televisivo es más bien involuntario. Ya el equipo se había partido y Becerra y Guinzburg habían pasado a un programa en el 13. Un poco a la manera de los partidos políticos que empezaban a estallar por entonces, los rebeldes se fraccionaban y reconfiguraban.
El legado de La noticia rebelde alcanzaría a nuevas generaciones, entre las que se suele destacar tanto la línea de Pergolini como la de Tinelli. Es asunto discutible. Pero es obvio que haber entendido que el núcleo de la propuesta era situarse en el punto de quiebre y defección del periodismo en el juego del afuera y el adentro del poder –mediático, político, del “sistema” novedoso que era el de la democracia- , ponerlo en jaque y a la vez humanizarlo, no degradarlo, aceptar la política como necesaria y con escala humana, ese sí que es un legado interesante, positivo y de rigurosa actualidad aunque alguno se ligara, ligue o ligará un huevazo de vez en cuando.
El autor Diego Igal, habló sobre el libro que narra la historia de uno de los programas que marcó la historia de los programas de noticias.