Para muchos la educación física es considerada como algo parecido al recreo, justamente, sin “ningún valor académico”, donde el niño juega y la pasa bien pero no aprende nada importante. Y en realidad está disciplina pretende un desarrollo integral y armónico del niño a través del cuerpo y el movimiento, usando como medios de aprendizaje actividades y juegos motores. La educación física puede mejorar la calidad de vida de los niños con Autismo y Síndrome de Asperger por qué a través de ella disminuye el nivel de estrés, mejora al sistema propioceptivo y vestibular, aumenta la capacidad de atención y mejora el estado de ánimo. Pero lo más importante es que, a través de la educación física, los niños con TEA pueden tener la posibilidad de aprender a jugar. Y así, ampliar los espacios de participación social.
Fuente: Aprendiendo a Jugar