Diversidad y derechos

La batalla cultural por la identidad de género desde la infancia

Luana tenía cinco años cuando, en 2013, se convirtió en la primera niña trans en la rectificación del documento nacional de identidad gracias a la Ley de Identidad de Género. Y aunque ya pasaron ocho años, la lucha por los derechos de las niñeces y adolescencias Travestis- Trans en Argentina todavía es ardua.

Así lo asegura Gabriela Mansilla, madre de Luana, titular de la asociación civil Infancias Libres, autora de los libros “Yo nena, Yo princesa” (2014) y “Mariposas Libres” (2018) en esta entrevista con el noticiero de la Televisión Pública.

“Hasta el día de hoy la lucha es incansable porque es una batalla cultural”, dice Mansilla y cuenta que la que hoy es una adolescente de 14, “empezó a manifestar la disconformidad con el género que se le asignó al nacer a muy temprana edad -como ocurre con la mayoría de las personas travestis-trans- que es entre el año y los cuatro años”, pero en 2009 “no existía ni siquiera el marco de la ley de identidad de género”.

Según destacó, “haber escuchado al Luana, haberla acompañado, tiene que ver con un amor responsable, con un amor que se le negó a toda la comunidad travestis-trans en otras épocas y marcó un hito en la historia su documento porque la ley se había aprobado en 2012 e inmediatamente fuimos a hacerlo porque lo necesitábamos para ir al médico e inscribirla en la escuela u nos llevó un año más”, relata.

Para Mansilla, “todavía falta mucho” y ejemplifica: “las leyes caen en letra muerta si no hay un verdadero conocimiento de parte de toda la sociedad. En Infancias Libres, que es una asociación que fundé en 2017, acompañamos a más de 500 familias. (…) Más del 65 por ciento de las escuelas no conoce la ley de identidad de género; el 80 por ciento de les profesionales de la salud no
saben cómo acompañar a una niña travesti trans”.

“Podemos ir a exigir a las instituciones el respeto que corresponde para los derechos de nuestras niñeces pero no se conoce, no hay una conciencia dentro de la sociedad ni una formación para profesionales ni una educación que acompañe esta mirada extra binaria. No todo es rosa y celeste, no todo es ser nena princesa y nene superhéroe; hay un medio, una tercera baldosa simbólica donde se paran estas niñeces no están representadas dentro del sistema educativo, por ejemplo. Entonces tampoco están legitimadas en una sociedad que no puede ver más allá del ser varón y del ser mujer. Acá tenemos identidades extrabinarias, identidades no binarias que no sólo necesitan el reconocimiento del Estado en las leyes sino que se tienen que volcar en políticas públicas, en capacitaciones, en información y en formación para que estos derechos sean efectivos”.