“Recibida la triste noticia del asesinato del señor Fernando Villavicencio, el Santo Padre desea hacer llegar u profundo pésame a vuestra excelencia, a la familia del difunto y a todo el amado pueblo ecuatoriano”; planteó un telegrama enviado por el secretario de Estado, Pietro Parolin, al arzobispo de Quito, José Espinoza Mateus.
“Asimismo, ante el sufrimiento causado por una violencia injustificable, que condena con todas sus fuerzas, Su Santidad hace un llamado a todos los ciudadanos y las fuerzas políticas para unirse en un esfuerzo común en favor de la paz”; agregó la misiva dada a conocer por el Vaticano.
Un “Crimen político”
El miércoles 9 de agosto, a solo 11 días de las elecciones presidenciales en Ecuador, la campaña se paralizó con el asesinato en Quito de Fernando Villavicencio, candidato de la coalición centrista Movimiento Construye.
Villavicencio fue acribillado a balazos por sicarios cuando salía de un acto e intentaba abordar una camioneta.
El candidato, de 59 años, era periodista, y fue diputado hasta la disolución de la Asamblea Nacional dispuesta por el presidente Guillermo Lasso, para llamar a elecciones anticipadas.
Lasso calificó el atentado que acabó con la vida de Villavicencio como “crimen político.”
Villavicencio había sufrido varias amenazas, por lo que tenía custodia policial, y la camioneta en la que se movilizaba, que no era blindada, era de propiedad estatal.
Poco antes de morir, denunció públicamente esas amenazas, que atribuyó a un grupo de narcotraficantes ecuatorianos, llamados Los Choneros, con base en la ciudad costera de Manta, que trabajan para el cartel mexicano de Sinaloa.
Precisamente en Manta, el 23 de julio, fue asesinado el alcalde de esa ciudad, Agustín Intriago, en otro magnicidio que conmocionó a Ecuador.
Según las encuestas, que lidera la candidata correísta Luisa González Alcívar,Villavicencio estaba cuarto o quinto en intención de voto para los comicios del 20 de agosto.
González Alcívar y los demás candidatos condenaron el atentado contra Villavicencio.
Las propuestas del candidato asesinado estaban centradas en la lucha contra el narcotráfico, que alimenta una imparable ola de violencia en Ecuador.
Pretendía construir una cárcel de máxima seguridad para los narcos, militarizar los puertos y crear una Unidad Antimafia, entre otras medidas.
Villavicencio construyó su carrera política hace una década como opositor a Correa, con investigaciones sobre casos de corrupción por los que la justicia ecuatoriana finalmente condenó al ex presidente a 8 años de cárcel.
El candidato asesinado también denunció durante la tercera presidencia de Correa una supuesta persecución política a raíz de causas judiciales en su contra, y en 2016 se exilió en Lima.
La policía ecuatoriana detuvo a seis sospechosos por el crimen, y un séptimo murió tras enfrentarse con la seguridad de Villavicencio en el momento del ataque.
Todos son de nacionalidad colombiana y con antecedentes penales.
Lasso dispuso un estado de excepción por 60 días y la movilización de las fuerzas armadas.
En ese contexto, los ecuatorianos elegirán a su sucesor, que gobernará por 18 meses hasta cumplir el mandato original.