La Liga de la Ciencia

Fororracos o “Aves del Terror”: Depredadoras del Cono Sur

América del Sur estuvo aislada de América del Norte durante un largo período y Centroamérica no existía. En ese entonces en el cono Sur no había mamíferos carnívoros placentarios, como pumas y osos, por lo que las llamadas Aves del Terror eran los principales carnívoros en esos ecosistemas.

Federico Degrange-investigador asistente- y Claudia Tambussi –investigadora principal- del Centro de Investigaciones de Ciencias de la Tierra (CICTERRA, CONICET-UNC), estudiaron el esqueleto más completo encontrado hasta el momento de este grupo de animales.

 

Estos animales pertenecen a un grupo que está completamente extinto, pero que además no tiene ningún análogo actual. El grupo se conoce como Terror Birds – Aves del Terror- también llamados fororracos.

 

Luego de analizarlo y determinar que efectivamente estaban frente a una nueva especie, lo denominaron Llallawavis scagliai. “Llallawa quiere decir magnífico en quechua y avis es la terminación científica -junto con ornis- para denominar a las aves.

 

Llallawavis scagliai era uno de los mayores predadores de América del Sur y habitó el noreste de lo que en la actualidad conocemos como Argentina, hace unos 3.5 millones de años. Este fororraco de un metro veinte de altura y 18 kg, vivía en lugares asociados a palmeras y cuerpos de agua. Convivía con mamíferos marsupiales -como las comadrejas-, gliptodontes, perezosos gigantes, perdices, patos, cóndores, roedores, mulitas, y otros fororracos; además de insectos y plantas.

 

Por otra parte, las aves tienen una placa ósea en los ojos llamada anillo esclerótico. En general no tienen visión estereoscópica, es decir que no forman una única imagen a partir de la información que obtienen de los dos ojos, por lo tanto, no tienen noción de distancia igual a la que perciben los humanos. Sin embargo, para cazar la profundidad es fundamental.

 

Por otra parte, en un trabajo anterior estudiaron cómo funciona el cráneo de los fororracos. Se supo como puede haber funcionado ese pico tan largo ante la presa. “El ave no sólo tenía que matarla sino también cortarla, ya que no tienen dientes. Lo que hipotetizamos es que el fororraco perseguía a la presa corriendo –por lo cual estudiamos las patas y vimos que sí podían correr- y usaba el pico como una guillotina o un hacha, con un golpe certero”, explica Degrange.


Fuente: CONICET