La elección del quinto presidente de Kenia desde su independencia en 1963, se caracteriza por la polarización entre dos candidatos que expresan – junto al presidente saliente Uhuru Kenyatta – la elite política de este país africano.
Uno de ellos es el actual vicepresidente William Ruto, por la coalición Kenia Kwanza; El otro, es Raila Odinga por el Movimiento Democrático Naranja.
Cada uno de ellos obtuvo, según resultados parciales no confirmados por las autoridades electorales, más del 49 por ciento de los votos, con una diferencia entre ambos que no superaría el 4%.
Kenia es considerado el país más democrático de África oriental y la mayor potencia económica de la región.
Pese a esto, la desigualdad social y la crisis económica, son las principales preocupaciones de la sociedad.
Los desafíos del próximo presidente se centran en darle respuesta al elevado porcentaje de desempleo entre los jóvenes, la suba constante del costo de vida y la corrupción.
En este contexto, ninguno de los candidatos logró captar la atención mayoritaria de los kenianos. La participación en las urnas fue baja.
Apenas alcanzó el 64 % de los más de 22 millones de electores habilitados. En las anteriores elecciones, en 2017, la participación había sido del 80%.
Desde diferentes organismos internacionales, se plantea el temor de que uno de los candidatos no reconozca la derrota y denuncie fraude, dando lugar a enfrenamientos violentos como los ocurridos en 2008, que dejaron más de 1200 muertos.
En su estrategia de campaña, William Ruto, de 55 años, se presentó como el candidato cercano a los pobres. Su discurso se basó en su origen humilde, aunque hoy es uno de los hombres más ricos de Kenia.
Sobre él pesan sospechas de corrupción y de amasar una fortuna al lado de su hoy enemigo, el presidente saliente Uhuru Kenyatta.
Su oponente, Raila Odinga, que lleva a Martha Karua en la fórmula, con la posibilidad de convertirse en la primera mujer vicepresidente de Kenia, fue un histórico opositor del actual mandatario hasta que en 2017 se convirtió en su principal aliado.
Estuvo varios años en prisión por encabezar un intento de golpe de estado en 1982.
La actual es su quinta candidatura a presidir el país africano. Con 77 años, será su última oportunidad de acceder al poder. Al igual que Ruto, pesan sobre él denuncias de corrupción aunque ambos prometen combatirla si acceden al poder.
El resultado oficial recién podría conocerse en una semana.
Mientras tanto, Occidente mira con mucha atención el resultado. La Unión Europea considera a Nairobi como un socio estratégico.
En esa misma línea se inscribe Estados Unidos, que también apuesta a sostener a Kenia como un modelo de estabilidad en una región altamente conflictiva, donde compite con China y su creciente presencia en África.