
A partir del miércoles y hasta el 29 de octubre el Papa encabezará las deliberaciones del denominado “Sínodo sobre la Sinodalidad”, en el que participarán 464 personas, de los que 364 son miembros que formarán parte de los debates y discusiones
La reunión de obispos de todo el mundo convocada por el papa Francisco, que esta semana iniciará la discusión sobre la “sinodalidad”, tiene en su documento de trabajo temas a debatir como la acogida en la Iglesia de “divorciados vueltos a casar” y personas del colectivo LGTBQ+, el acceso de la mujer al diaconado, la actitud frente a la desigualdad social o el celibato opcional, entre otras cuestiones.
La reunión tendrá, además, la particularidad ya anunciada por el Vaticano de que, por decisión de Francisco, al menos 35 mujeres laicas participarán con derecho a voto, además de otras cinco religiosas, en una apertura inédita para la participación femenina en un ámbito hasta ahora reservado a religiosos y laicos varones.
También serán de la partida dos prelados chinos. El pontífice incluyó al obispo de Jining/Wumeng, Antonio Yao Shun, y al de Zhoucun, Giuseppe Yang Yongqiang, entre los miembros que participarán de la reunión que lleva por título “Sínodo de la sinodalidad” y que se agregarán al futuro cardenal y titular de la diócesis de Hong Kong, Stephen Sau-Yan Chow.
La presencia de obispos chinos, como ya había sucedido en el Sínodo de 2018 dedicado a la juventud, se presenta como un nuevo paso en el acercamiento entre Beijing y la Santa Sede, especialmente a partir del acuerdo para la designación conjunta de prelados firmado hace cinco años con el que se buscó ordenar la vida de la Iglesia del gigante asiático pese a la inexistencia de relaciones bilaterales con el Vaticano.
Durante la duración del Sínodo, los miembros trabajarán en grupos lingüísticos y luego se dividirán en los denominados “círculos menores” con los que buscarán reflexiones comunes sobre los temas de la reunión.
Como miembros argentinos participarán ocho representantes, entre ellos el prefecto del Dicasterio para la Congregación de la Doctrina de la Fe, el futuro cardenal Víctor Manuel Fernández y el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Oscar Ojea, quienes encabezan la lista que incluye además a los arzobispos de Mendoza, Marcelo Colombo, y de Bahía Blanca, Carlos Azpiroz Costa.
Los otros obispos que formarán parte del encuentro son el obispo de La Rioja Dante Braida y el arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, quien el 30 de septiembre será designado formalmente cardenal. También estarán, como expertos, los reverendos Pedro Brassesco y Carlos Galli.
“Dudas” conservadoras
Un grupo de cinco cardenales conservadores publicó hoy una carta en la que enfrentan al papa Francisco por los temas y orientaciones que tendrá el sínodo de obispos.
El alemán Walter Brandmüller, el estadounidense Raymond Leo Burke, el mexicano Juan Sandoval Íñiguez, el guineano Robert Sarah y el chino Joseph Zen Ze-Kiun plantearon a través de una carta pública cinco “dubbia”, o preguntas, con la que exigen al pontífice que aclare algunos temas de moral y doctrina antes de la reunión en la que, por primera vez en la historia, las mujeres tendrán derecho a voto y con la que el Papa busca involucrar también a los laicos en el proceso de reforma de la Iglesia.
En la carta publicada hoy, los cinco purpurados exhortaron a Francisco a aclarar si al Sínodo, dada la presencia de laicos, se le puede conceder la autoridad que siempre ha pertenecido exclusivamente al Papa y a los obispos, además de reclamar respuestas de Jorge Bergoglio sobre tres puntos específicos de lo que será la discusión sinodal: la bendición de las parejas homosexuales, la ordenación de mujeres al sacerdocio y la absolución sacramental dada a todos y siempre, sin condiciones.
Según publica hoy el sitio L’Espresso, que da a conocer la carta de los cardenales, se trata en realidad de una segunda misiva tras una primera serie de preguntas que los mismos cinco purpurados enviaron al Papa en julio y de la que no quedaron conformes con las respuestas de Francisco.
En 2016, tras el Sínodo dedicado entonces a la familia, Bandmüller y Burke ya habían enviado una carta con “dubbia” al Papa, junto a los ya fallecidos Carlo Caffarra y Joachim Meisner, para que clarificara algunos puntos relativos a la posibilidad de que los divorciados vueltos a casar puedan recibir la comunión.
Los cuatro purpurados no tuvieron respuesta en ese entonces.
Los temas
El documento de trabajo sobre el que discutirán los convocados está dividido en tres partes (una larga introducción-resumen, los temas prioritarios y la ficha de trabajo), y está estructurada en formas de preguntas para la relfexión de los participantes, como “¿cómo podemos crear espacios en los que aquellos que se sienten heridos por la Iglesia y rechazados por la comunidad puedan sentirse reconocidos, acogidos, no juzgados y libres para hacer preguntas?”.
La mayor parte de las preguntas, de hecho, retoman sínodos anteriores, como el de la Amazonía o el de la Familia, para plantear temas como que “la mayor parte de las Asambleas continentales y las síntesis de numerosas Conferencias episcopales piden que se considere de nuevo la cuestión del acceso de las mujeres al diaconado. ¿Es posible plantearlo y en qué modo?”.
“¿Es posible que, sobre todo en lugares donde el número de ministros ordenados es muy reducido, los laicos puedan asumir el papel de responsables de la comunidad? ¿Qué implicaciones tiene esto en la comprensión del ministerio ordenado?”, son otras de las preguntas que el escrito abre al debate de los participantes.
“¿Es posible, como proponen algunos continentes, abrir una reflexión sobre la posibilidad de revisar, al menos en algunos ámbitos, la disciplina de acceso al presbiterado por parte de hombres casados?”, interroga también el escrito.
Entre las preguntas, el escrito incluso pone sobre la mesa la función del pontífice y se pregunta “¿cómo debe evolucionar el papel del Obispo de Roma y el ejercicio del primado en una Iglesia sinodal?”.
Otros de los temas que el Instrumentum Laboris abre a la discusión de los denominados “padres sinodales” es cómo “las desigualdades que marcan el mundo contemporáneo atraviesan también el cuerpo de la Iglesia, separando, por ejemplo, las Iglesias de los países ricos y pobres, o las comunidades de las zonas más ricas y más pobres de un mismo país”.
A su vez, incluso anima a la Iglesia a “dar testimonio de la posibilidad de concordia más allá de las polarizaciones políticas”, en un marco en el que “trabajar por el bien común exige formar alianzas y coaliciones”, pero que la institución no siempre “acompaña a sus miembros comprometidos en política”.
Junto a la situación de divorciados o LGTBQ+, el documento del Sínodo admite “formas de discriminación racial, tribal, étnica, de clase o de casta también presentes en el Pueblo de Dios”, que se topa con “una pluralidad de barreras, desde las prácticas hasta los prejuicios culturales,”, que “generan formas de exclusión en la comunidad”.
De acuerdo al escrito, otro tema para poner énfasis es la “atención a las víctimas y marginados dentro de la Iglesia”, con especial hincapié en “quienes han sido heridos por miembros de la Iglesia, especialmente víctimas y supervivientes de todas las formas de abuso”.