Cultura

El noruego Jon Fosse ganó el Premio Nobel de Literatura

Luego de premiar en la pasada edición a la francesa Annie Ernaux, autora de un corpus que reivindica la dimensión política de la autoficción, en este caso el premio recayó sobre este autor de novelas, cuentos, poesía, libros infantiles, ensayos y obras de teatro que debutó en la literatura en 1983 con su primera novela, “Udt, Svart” (Rojo, Negro).

Considerado una de las voces más destacadas de la dramaturgia contemporánea, el noruego Jon Fosse conquistó hoy el Premio Nobel de Literatura para el que hace tantos años resonaba su nombre, por “sus obras innovadoras y su prosa que dan voz a lo indecible”, según destacó el jurado que, con este galardón, reconoció a una leyenda literaria de Noruega.

Fanático confeso de las obras del español Federico García Lorca, Fosse es uno de los autores más importantes en la actualidad, con un corpus de obras que ha sido traducido a 40 idiomas desde su debut en 1983 con “Raudt, svart” (“Rojo, negro”. Desde entonces (1983) ha escrito más de cincuenta obras entre teatro, novela, poesía y ensayo.

El escritor era hasta ahora uno de los infaltables candidatos recurrentes al Nobel y su nombre había circulado estos días en los rankings de apuestas junto a otros como la china Can Xue, la rusa Liudmila Ulítskaya, el británico Salman Rushdie y el rumano Mirca Cartarescu.

Nacido en Haugesund (Noruega) hace 64 años, Fosse es autor de novelas, cuentos, obras de teatro o libros infantiles y entre sus textos más reconocidos revisten “Trilogía” y “Mañana y tarde”, en los que echa mano a un rico universo interior en el que discurre sobre el misticismo, la amistad y el amor más allá incluso de la muerte.

El reconocimiento a Fosse no sólo se lo otorgó la Academia Sueca con el premio literario más universal sino también Europa y su país, donde es una suerte de prócer de las letras, al punto de que tiene una residencia oficial en el Palacio Real en Oslo -en Noruega, el mayor artista es reconocido con una casa real-, fue nombrado caballero de la Orden nacional del Mérito de Francia, reconocido con el Premio de Literatura del Consejo Nórdico y su obra “A New Name: Septology VI-VII” fue preseleccionada para el International Booker Prize el año pasado.

Como una melodía

El galardonado autor llegó a la escritura desde la música en la adolescencia.

El ritmo, precisamente, sigue siendo una de las claves de su obra

“A veces pienso que, como una melodía, lo que escribo se puede cantar en muchos idiomas”, definió en una oportunidad a su escritura.

Fosse se estrenó como dramaturgo en Europa en 1999, cuando se representó “Nokon kjem til å komme” (Alguien va a venir).

Considerada una de sus obras fundamentales, él mismo la califica como la continuación de “Esperando a Godot”, de Samuel Beckett, que reconoce como una de sus máximas influencias, junto a García Lorca, a quien pondera como uno de sus autores favoritos de todos los tiempos.

Traducido a más de 40 idiomas, su obra representa la nueva dramaturgia de los ’90 y tuvo al menos tres adaptaciones en la Argentina, entre ellas la titulada “La noche canta sus canciones”, la primera puesta en escena de Fosse con dirección de Daniel Veronese, en la sala Fuga Cabrera.

Otra obra que se adaptó localmente fue “El hijo”, con dirección de Martín Trufó y actuaciones de Julio Molina, Susana Pampín, Pablo Rinaldi, Leandro Rosenbaum. Allí lo imprescindible es el uso del lenguaje que propone el texto, basado en una particular manera de ordenar las frases, las pausas y los diálogos.

La tercera obra del aclamado dramaturgo con escasas adaptaciones locales fue “El nombre”, de Analía Fedra García, sobre una familia en la que todos tienen algún motivo para guardar silencio.

Taller literario

Hace ya varios años, el escritor noruego Karl Ove Knausgård llegó a un taller literario en Bergen. Allí se encontró a Fosse, que le llevaba sólo 7 años.

Knausgård, considerado el más importante en su país luego de Henrik Ibsen, leyó un poema.

“La primera línea es un lugar común. La podés sacar”, le dijo Fosse. “La segunda línea, también. Lo mismo la tercera y la cuarta. El único valor que tiene este poema es la expresión de un cielo widescreen (a pantalla completa). Dejá eso y sacá el resto”

La anécdota está relatada por Knausgård en “Tiene que llover”, el quinto tomo de “Mi Lucha”, la serie de novelas que convirtieron al alumno del ahora Premio Nobel en una estrella literaria.

“Aprender a morir”

“Escribir es como rezar”, dijo alguna vez. Durante años estuvo cerca a los cuáqueros y ahora es un converso católico no ortodoxo que va a misa. “Antes me consolaba el alcohol; ahora la literatura y las misas”, confesó en otra oportunidad este escritor.

La escritura llegó a Fosse como una búsqueda de vida porque no quería ser parte de lo que le ofrecía la sociedad: “Simplemente quise vivir de una manera libre. Por eso la idea de ser escritor me llamaba la atención; no tendría que ir a una oficina. Asumía que siempre sería pobre, pero lo prefería a cambio de la libertad que me otorgaba. Terminé mis estudios en filosofía y teoría del lenguaje, pero no quería ser profesor. Resultaba complicado ganarme la vida, y justo entonces me pidieron que escribiera el comienzo de una obra para una institución cultural noruega muy grande que pagaba muy bien. Querían solo unas cuantas páginas y yo necesitaba el dinero”, contó en una entrevista con el diario El País.

A pesar de la gran cantidad de textos que escribió el noruego, para Anders Olsson, de la comisión del Nobel, su gran obra maestra es “Septología”,un ambicioso proyecto de siete novelas que completó este año, cuya trama gira alrededor de un conflicto existencial: ¿cómo habría sido nuestra vida si hubiéramos tomado otro camino?.

El primer tomo “A New Name: Septology VI-VII” fue finalista del Booker Prize Internacional en 2022, donde compitió con el libro “Elena sabe” de la argentina Claudia Piñeiro.

En una entrevista con el medio español La Marea, Fosse resumió algo de la confluencia entre su vida y sus obras: “Siento que escribir tiene mucho más que ver con desaparecer como persona que con ser visible como persona. Busco escapar de mí mismo más que expresarme. Quizá la buena literatura tenga algo que ver con aprender a morir“.