Guionista y director, Sebastián Borensztein (Buenos Aires, 1963) empezó su carrera como creativo publicitario y se dedicó después a la ficción en cine y televisión. Aunque es hijo del gran Tato Bores, a fuerza de talento y trabajo Sebastián se ha hecho un nombre propio en la industria del audiovisual. Luego de trabajar como guionista y director de su padre hizo en televisión El Garante, La condena de Gabriel Doyle y Tiempo Final, programa en formato de unitarios de suspenso que introdujeron el tratamiento cinematográfico de la imagen en la pantalla televisiva. En la pantalla grande, su obra incluye cuatro películas: La suerte está echada, Sin memoria, Un cuento chino y Kóblic. Sebastián Borensztein pasó por Cada Noche y, en diálogo con Diego Scott, habló de su pasión mayor: cómo pensar una historia, escribirla y traducirla en imágenes.
Borensztein Dixit
“El guión es el arte de la re-escritura, porque tus personajes se van construyendo a medida que los vas articulando. Es un trabajo de capas. Nadie conoce bien ni sus personajes ni su historia en la primera escritura”
“La escritura de guión no es para ser leída, sino para ser filmada, entonces ahí se sigue re-escribiendo. Porque un actor te propone algo distinto, el editor te pide sacar un plano, la cámara plantea otra posibilidad: el cine es eso, la re-escritura constante. La escritura es un proceso individual, hacer cine es un proceso creativo”“El foquista, que es quien se ocupa de que la cámara esté constantemente en foco, es una de las personas que más sabe cuando hacés una película. Es una película clave a la que hay que escuchar”“Después de Kóblic, creo que no hay película a la que no le pueda entrar. Fuimos a San Antonio de Areco y hubo la peor inundación en veinte años. Nos pasó de todo. Hubo planos y contraplanos que se filmaron con varias semanas de diferencia. Fue un rompecabezas tremendo”“Escribir una comedia, para mí, es tan difícil como enamorarse. Te tiene que pasar que haya una química que es muy difícil de lograr. A mí me pasó una sola vez, la filmé, fue La suerte está echada”“La comedia funciona como un reloj. Con sus tiempos, sus pausas, sus comas. Si cambiás algo, ya no funciona”“Tengo un íntimo amigo al que le tocó estar en Malvinas. Éramos un grupo de amigos que tenía uno en la guerra. Estábamos todos en la guerra. Todos los sábados nos reuníamos en la casa de alguno y pensábamos en cómo estaba él, con el barro hasta acá. Podíamos imaginarnos cualquier destino, pero ninguno era ir a la guerra”“Lo que vino después de Malvinas fue vergonzoso. Ocultaron a los pibes, los escondieron, dijeron ‘Acá no pasó nada’, y habían ido pibes a hacer lo máximo que podés hacer por tu patria, que es dar la vida”“Fue a mi hermano a quien se le ocurrió que él y yo teníamos que escribir los guiones de mi viejo. Empezamos a probar, el viejo lo leyó, le gustó, y dijo ¿cómo sigue la semana que viene? Nos hizo a hacer un ejercicio de continuidad y cuando vio que funcionaba, se jugó la ficha”“Nos juntábamos para ver el programa en lo de mis viejos. Cenábamos todos juntos, desde chicos, era como un ritual. Y terminaba el programa y ahí decíamos, ‘Bueno, ¿qué hacemos la semana que viene?’”“Con los diarios y la radio, como no había Internet, decidíamos qué cosa de la actualidad nos daba más pasto para el programa del domingo”“Habíamos impuesto que éramos el programa de humor político de mayor frescura, y eso puso la vara alta, teníamos que hacer algo bien de actualidad”“Mi viejo decía ‘Yo soy la mayor ventaja y la mayor desventaja, soy viejo, y hago siempre lo mismo: la peluca, el frac, el monólogo, así que todo lo demás tiene que ser nuevo todos los años’”“Tato era un gran contenedor donde entraba todo. El esfuerzo que hay que hacer para hacer algo así sin Tato, no se me ocurre por dónde empezar”“Estamos excesivamente politizados, al pedo, porque no resolvemos nada. Y la discusión política se ha vuelto rosca. Se discute no desde las ideas, sino desde los trapos y el aguante”“La grieta no existe, es un invento. Una abstracción. En ningún país del mundo toda la sociedad piensa lo mismo. Acá se fogoneó porque es una distracción, y así la discusión no conduce a nada”