Crisis de gobernabilidad, un denominador común en Latinoamérica
Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Brasil enfrentan problemas políticos y sociales de diferentes características pero que complican por igual el desarrollo de los respectivos proyectos de gobierno.
Mientras algunos gobiernos progresistas, como el de Gustavo Petro en Colombia o de Gabriel Boric en Chile, expresaban antes de asumir grandes expectativas de cambio, desde que asumieron el poder enfrentan dificultades para cumplir sus promesas de campaña.
Una reciente encuesta de Datoworld sobre la popularidad de los presidentes latinoamericanos, revela una fuerte caída en la imagen de Petro con solo un 36% de aprobación popular cuando aún no cumplió un año de gobierno.
El mandatario colombiano, quien ya sufrió su primera crisis de gabinete, rompió la alianza con los partidos tradicionales que posibilitaron su triunfo electoral.
Petro asegura que su gobierno sufre un “golpe blando” por parte de sectores de la derecha que no quieren abandonar el poder y acuden a todo tipo de estrategias para impedir el desarrollo de sus propuestas.
Un leve repunte en las encuestas de opinión pública y una mejora en los datos de inflación le otorgan algo de alivio al presidente de Chile, Gabriel Boric, luego de un primer año de gestión marcado por los contratiempos.
Entre esos tropiezos se encuentra el reciente revés en el plebiscito constitucional, que conspira contra su compromiso de dejar atrás la Carta Magna vigente desde la dictadura pinochetista.
Así se ve obligado a negociar con algunos grupos de centroderecha para poder impulsar reformas estructurales.
Con su popularidad en picada, el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, decretó “la muerte cruzada”, una figura constitucional que le permite el cierre del Parlamento y el llamado a elecciones anticipadas, luego de una batalla con la oposición que comenzó apenas iniciada su gestión y que incluyó, como último capítulo, el juicio político en el Congreso.
Otros gobiernos como el de Perú sufren una situación de inestabilidad crónica de la mano de un sistema político corrupto y fragmentado: 6 presidentes en 6 años y 3 vacancias presidenciales, incluida la destitución de Pedro Castillo, generan un clima constante de crisis política y social.
El gobierno de Dina Boluarte registra apenas una aprobación del 16%, amparado por un Congreso también rechazado por más del 90% de la ciudadanía.
Con una popularidad cercana al 44% según la encuesta de Datoworld, Lula aún no logró capitalizar los efectos del intento de golpe de Estado del 8 de enero impulsado por sectores cercanos a su antecesor, Jair Bolsonaro.
En cambio, consiguió gobernabilidad tejiendo alianzas con la derecha en el Congreso, acercamiento con el que confía aprobar la reforma tributaria al consumo y posteriormente, a la renta.
Sin embargo, a seis meses del inicio de su tercer mandato, el mandatario brasileño sufre algunos cortocircuitos en la alianza de gobierno respecto de sus políticas medioambientales.
Entre ellas, un proyecto de perforación de Petrobras en el estuario del Amazonas y el proyecto de revisión de los derechos territoriales indígenas, propuestas que han llevado a las ministras de Medio Ambiente, Marina Silva, y de Pueblos Originarios, Sonia Guajajara, a manifestar su disconformidad.