Ayer, comenzó el primer juicio oral contra seis profesionales del Hopital Borda, imputados por “tortura, abandono de persona seguido de muerte, ocultamiento de medios de prueba y omisión de denunciar hechos de tortura”.
Se trata del psicólogo y jefe del servicio, Roberto Luis Capiello; de los psiquiatras Fabián Gustavo Pintow y Silvia Beatriz Scheweitzer (que le prescribían la medicación); y de los enfermeros Hugo Alfredo Dospital, Ismael Ricardo Portillo y Jorge Héctor Mastricola.
Para la querella, patrocinada por el CELS en representación de la familia de Matías, la muerte de Carbonell sobrevino como consecuencia del “daño irreversible que recibió su organismo” durante los meses de tratamiento en el Borda.
De acuerdo al CELS, en diciembre de 2009, Carbonell había sido trasladado en forma violenta desde el sector 25-B al 14-22 del hospital. Esa sección no estaba habilitada por las “condiciones peligrosas y humillantes en las que se encontraban las personas internadas”, pero de todos modos seguía funcionando con normalidad.
Carbonell, que había sido elegido por sus compañeros como delegado, era el impulsor de reclamos para lograr mejores condiciones de internación.
El 19 de octubre de 2010, fue trasladado “inconsciente y en estado crítico” al Hospital Penna.
El joven falleció el 12 de noviembre de 2010, tras 24 días de permanecer en terapia intensiva, a causa del “daño irreversible” ocasionado por diversos golpes y quemaduras que se constataron en la autopsia posterior.
Para Tomás Griffa, abogado representante de la familia de la víctima e integrante del CELS, lo sucedido “no fue un hecho aislado”, sino el resultado de “prácticas punitivas comunes del encierro manicomial, en donde prevalece un régimen centrado en el castigo y el control en base al abuso de poder”. Este tipo de muertes “difícilmente llegan a hacerse públicas y a obtener justicia”.
La audiencia
El primero en declarar en la causa fue Roberto Capiello, licenciado en psicología y jefe del servicio al momento de los hechos. Dijo que la víctima “no estaba sobremedicada” y que la acusación es “un relato que sobrepasa la realidad”.
Capiello explicó que Carbonell tenía un régimen de internación abierta, por el que permanecía en el Borda de martes a jueves, mientras que de viernes a lunes estaba en la casa con su madre.
“Es sumamente difícil que con ese esquema haya podido ser maltratado, o torturado, porque siempre volvió (al hospital) y estaba de acuerdo con el tratamiento. Tampoco hay forma de que un paciente sobremedicado vaya a su casa y después vuelva en tiempo y forma”, comentó.
El psicólogo sostuvo que a su criterio Carbonell no debería haber estado internado en el Borda y que el equipo de psicólogos bregaba porque no se le aumentará la medicación como se había solicitado desde la dirección para sosegar las actitudes revoltosas.
Luego, negó que en el hospital se aplicaran terapias de electroshock. Dijo: se “dejaron de usar 10 años antes, como mínimo”.
La causa judicial comenzó cuando Carbonell aún se encontraba con vida, a partir de la denuncia realizada por el personal médico que lo atendió en el Penna tras descubrir diferentes lesiones, entre ellas golpes y quemaduras en el tórax y uno de sus brazos, compatibles con electrocución.