
El detenido, Matías Jurado, vivía en el barrio Alto Comedero junto a su sobrino de 16.
El testimonio del adolescente, que hoy se encuentra bajo protección de la Secretaría de Niñez de la provincia, fue clave para guiar la búsqueda de evidencias.
En su declaración en Cámara Gesell, el menor aseguró que su tío traía personas vulnerables a la casa los días viernes y que luego las asesinaba y desmembraba.
Los restos hallados ya están siendo analizados por peritos, y se esperan los resultados que estarán disponibles en los próximos diez días.
Mientras tanto, la fiscalía avanza en determinar si Jurado es responsable de una secuencia de homicidios cometidos con patrones repetidos y si se trata de un caso de crimen serial, con motivaciones psiquiátricas o criminales aún por establecer.
Pero, ¿puede una persona que descuartiza cuerpos comprender lo que hace? ¿Se trata de un psicópata manipulador o de alguien que padece una enfermedad mental grave?
En una entrevista con el diario La Nación, el perito psicólogo forense Alejandro Farji dice: “Para saber si alguien puede ser juzgado, primero hay que entrevistarlo mínimo dos veces y aplicarle una batería de tests psicológicos. Eso nos permite identificar si es psicótico o psicópata. Si es psicótico, es inimputable por ley y se lo deriva a un establecimiento psiquiátrico carcelario. Pero si es psicópata, es imputable y lo más probable es que sea condenado a prisión perpetua con reclusión por tiempo indeterminado”.
Para diferenciar ambos cuadros clínicos (psicosis y psicopatía), es necesario realizar un estudio de psicodiagnóstico completo, que permita determinar si el acusado está efectivamente “desconectado de la realidad”, lo que lo lleva a actuar en base a delirios.
Farji subrayó una diferencia clave: una pena de prisión perpetua a un psicópata implica, en la práctica, unos 20 años de condena.
Por buena conducta, muchas veces los jueces permiten la libertad anticipada, y en 10 años una persona puede estar en la calle.
Pero la reclusión por tiempo indeterminado —cuando se determina que hay un peligro permanente— puede durar toda la vida como es el caso de Carlos Robledo Puch que lleva más de medio siglo preso.