Todo tiene un porqué

Charles Chaplin y Buster Keaton

Charles Chaplin y Buster Keaton fueron los máximos exponentes del cine mudo y de dos de los más brillantes actores y realizadores del siglo XX. Chaplin fue el rey de la pantomima, de las persecuciones cinematográficas y de una profunda gestualidad que podía despertar tanta ternura como carcajadas.


El personaje que lo hizo célebre, Carlitos, Charlot o el Vagabundo, según los distintos nombres con el que se lo conoció, lucía sombrero, bastón, grandes zapatos y un movedizo bigotito, atuendo que quedó inmortalizado en la memoria colectiva. “Tiempos modernos” y “El gran dictador” son sus películas más emblemáticas. Aunque con menos fama que Chaplin, Buster Keaton fue “el más grande de todos los payasos de la historia del cine”, según lo definió Orson Welles. Sin dobles, sin temor, formado en los trompazos del vodevil desde su infancia, Keaton tenía el entrenamiento necesario para realizar él mismo todas las osadías y desafíos a la fuerza de gravedad que poblaban sus películas. Su título más recordado es “El maquinista de la General”, que figura en el puesto 18 de la lista de los 100 mejores del American Film Institute y en el 34 de las mejores películas de todos los tiempos, según la British Film Institute, el puesto más alto conseguido por una comedia.

Los rumores de la época señalaban a Chaplin y Buster como enemistados rivales, pero en 1952 trabajaron juntos en la película “Candilejas”: compartieron escena solo nueve minutos, acaso los más memorables de la historia del cine.

Nos visitaron Luis Ormaechea, historiador e investigador de cine y Eduardo Russo, investigador de cine y artes audiovisuales.