Según el poeta Enrique Cadícamo, el “zorzal criollo” siempre tenía una mesa reservada lejos de la vista de sus admiradores que se encontraba en el costado derecho del salón junto a la ventana entrando por Rivadavia.
Su primer propietario fue un inmigrante francés de apellido Touan, quien lo bautizó en honor a otro célebre Café Tortoni de París. Su fachada, que da a la Avenida de Mayo, fue obra del arquitecto Alejandro Christophersen, realizada en 1898.
Este bar pertenece al selecto grupo de bares notables de la Ciudad de Buenos Aires, grupo que reúne a los bares y cafés más representativos de la ciudad.