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Agustín Tosco: “Seguir luchando por la causa obrera y popular”

El 5 de noviembre de 1975, perseguido, en la clandestinidad, moría Agustín Tosco, dirigente cordobés de Luz y Fuerza, ícono del sindicalismo de liberación. En 1972, tras 17 meses como preso político de la dictadura de Lanusse, sale de la cárcel de Rawson. Afuera lo espera una multitud. Ante la pregunta de los periodistas, deja clara su posición: siempre estará con la clase obrera y los sectores populares argentinos.

Con su sindicato intervenido por el fascismo, en la clandestinidad por las amenazas de la Triple A y producto de una enfermedad infecciosa que podría haberse tratado antes en otras condiciones, Agustín Tosco, emblema del sindicalismo de liberación en nuestro país, murió en Buenos Aires en noviembre de 1975. Tenía sólo 45 años.

Algunos de sus biógrafos, como Vicente Zito Lima, establecen que fue el 4 de ese mes, pero que las dificultades de la clandestinidad llevaron a que oficialmente, la muerte del líder obrero haya sido consignada el 5 de noviembre.

Aunque no pudo cumplir su último deseo, ser velado en la sede de Luz y Fuerza de Córdoba, su cortejo fúnebre fue uno de los más grandes jamás visto en la ciudad mediterránea.

Pero ninguna historia comienza por el final.

Nacido en Coronel Moldes en 1930, su vida está ligada indefectiblemente a Córdoba, capital a la que se trasladó para realizar sus estudios secundarios.

A los 19 años, comenzó a trabajar en EPEC, la empresa provincial de energía eléctrica. De a poco, representó a sus compañeros, primero como delegado, y luego como Secretario General de la filial cordobesa de Luz y Fuerza.

Además, estuvo a la cabeza de la sección de la CGT de los Argentinos en su provincia, el agrupamiento de sectores combativos que luchaban contra el colaboracionismo de la CGT oficial.

El programa de la CGTA, en cuya redacción participó Rodolfo Walsh, se construyó como continuidad de los Programas de La Falda (1957) y Huerta Grande (1962), que representaron la conciencia revolucionaria más elevada de la clase obrera argentina.

Por su rol protagónico en el Cordobazo y el Viborazo, las dos grandes insurrecciones populares que marcaron la época, la dictadura entonces vigente lo encarceló, primero en Devoto -donde compartió las mazmorras con Raymundo Ongaro- y después, en Rawson.

Una enorme campaña por su liberación se gestó entonces en todo el país. Comisiones gremiales internas, centros de estudiantes, militantes polìticos y sociales y gran parte del pueblo luchó por su libertad.

Finalmente, la dictadura de la “Revolución Argentina”, que entonces proponía un “Gran Acuerdo Nacional”, debió ceder.

Libre

En el medio, entre sus primeros pasos como delegado en Luz y Fuerza, pasando por el Cordobazo y sus últimos días en una clínica clandestina del Partido Comunista, está el momento que consigna una nota periodística nunca antes mostrada, del Archivo de Noticias de la Televisión Pública

Cuando deja Rawson, Tosco es trasladado a Buenos Aires, como primera pata de su viaje de regreso a Córdoba.

En el Aeroparque porteño, lo espera una multitud, que corea una de las consignas del Cordobazo: “obreros y estudiantes, unidos y adelante”.

Allí, los periodistas lo cuestionan por su rol en la fuga de Rawson. Ante las cámaras, niega haber conocido los planes de evasión de los presos y presas políticos, que luego serían fusilados por la dictadura en Trelew.

En realidad, de acuerdo a los relatos de los sobrevivientes, el cordobés estaba más que al tanto. Mario Roberto Santucho lo había invitado a unírseles en el escape.

En esa conversación en el patio de la cárcel patagónica, el sindicalista se negó, pero se puso a disposición de los planes.

En la noche del 22 de agosto, cuando la noticia de la Masacre de Trelew llegó a los calabozos de Rawson, el cordobés estuvo al mando del homenaje y la reivindicación de los caídos.

A su llegada a Buenos Aires, los cronistas también indagaron sobre los próximos pasos en libertad del lucifuercista.

Sencillamente, les dice, volverá al Sindicato, a la CGT, a la Comisión Intersindical, a las calles. Y rechazará el Gran Acuerdo nacional como “una farsa”.
Para Tosco, acordar con el plan de Lanusse era una afrenta a la soberanía política de la clase obrera y los sectores populares.


Una concepción revolucionaria

Para Tosco, el sindicalismo era una vía para asegurar el poder popular.

“En todo el país, que como el nuestro, lucha por su liberación nacional y social, el sindicalismo debe cumplir fundamentalmente la doble función que marca el proceso de la clase obrera y el pueblo”, explicaba desde la cárcel en una entrevista en Primera Plana.

“Por lo tanto le corresponde encarar la reivindicación consecuente de los derechos económicos, sociales, políticos y culturales de los trabajadores y simultáneamente sumar los máximos esfuerzos desde su terreno específico para que políticamente el poder sea ejercido por el Pueblo”, precisaba.

Esa misión continuó clara después de su liberación, y hasta sus últimos días.