Internacional

Venezuela: ¿Adiós a la hiperinflación?

El país caribeño logró desde hace unos meses estabilizar sus precios y su PBI tendrá un importante crecimiento este año, un diagnóstico compartido por el FMI, la CEPAL y calificadoras de riesgo privadas. Las claves son, entre otras, la dolarización de la economía y la suba del petróleo por la guerra en Ucrania.

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Venezuela logró algo que parecía imposible: salir de la hiperinflación que se salió de control en 2017, y por las que tuvo que aplicar dos reconversiones monetarias, en 2018 y 2021, para facilitar las operaciones.

A principios de este año, el Banco Central de Venezuela anunció que el país abandonaba el estado de hiperinflación para pasar a otra etapa. Aun cuando sigue teniendo uno de los índices más altos del mundo si se consideran la variación interanual, está en un 11,4% en lo que va de 2022.

En 2021, según informó la autoridad monetaria venezolana, el costo de vida alcanzó el 686,4%. En el peor de los años, 2018, la inflación había llegado a los 130.060 puntos de alza.
El freno de la hiperinflación se explica por varios motivos, entre ellos, algunas medidas adoptadas por el gobierno que son de neto corte libremercadista, inusuales y no esperadas para el gobierno de orientación socialista que encabeza Nicolás Maduro.

La crisis se había desatado en 2013, con la caída de los precios del petróleo, lo que contrajo la economía de Venezuela. A esto, se sumaron las sanciones impuestas por Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea. Frente a este contexto adverso, el gobierno aplicó una fuerte reducción del gasto público, restricciones al crédito bancario y medidas para congelar el tipo de cambio. En 2017, el déficit fiscal superaba el 20% del PBI.

Tres años después, un estudio realizado por la Universidad Católica Andrés Bello, lo ubicó en menos del 8% del producto. Acompañando este proceso, el gobierno bajó el subsidio a los combustibles, relajó el control de precios y abrió el mercado cambiario, que había estado controlado por más de 16 años.

El acceso al dólar por parte de un sector de la población, permitió que se abran las importaciones y generó una reactivación de la industria y las inversiones privadas.

 


Progresión del índice de inflación en Venezuela. Fuente: tradingeconomics.com

 

La guerra en Ucrania y la mayor demanda de petróleo están contribuyendo además a la mejoría económica de Venezuela. La delegación enviada por el presidente de Estados Unidos Joe Biden a Caracas en marzo para sondear un aporte venezolano a la oferta energética global, descomprimió en parte la tensión política y dejó en segundo plano a la oposición, especialmente al autoproclamado presidente encargado Juan Guaidó.

Pero en estas últimas semanas, a pesar de la mejoría, el uso generalizado de la divisa estadounidense encendió una luz de alarma en el gobierno de Maduro, que teme la dolarización total de la economía.

Para evitarlo, decidió aplicar un impuesto del 3% a las compras en dólares. No son pocos los economistas y referentes de la industria que cuestionan esta medida, anticipando que puede generar una nueva crisis que frene el proceso de recuperación. La instrumentación del nuevo impuesto es caótica para los comercios, y en abril las ventas en dólares cayeron al nivel más bajo desde 2019.

Más allá de estas idas y vueltas, hay coincidencias, desde el FMI hasta la CEPAL, pasando por calificadoras privadas como Credit Suisse Group, que la economía de Venezuela crecerá marcadamente este año.

Todo indica que dependerá de las próximas medidas que tome el gobierno que la mejora se convierta en una oportunidad real de salida de la crisis, y que esa mejoría también se extienda a la política.