Modi va por un tercer mandato, con un plan ambicioso para una India “consolidada”
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Modi va por un tercer mandato, con un plan ambicioso para una India “consolidada”

El electorado más grande del mundo, de 969 millones de personas, puede convertir al carismático y polémico Nahrendra Modi en primer ministro de la potencia emergente por tercer mandato consecutivo. Por qué sus destractores temen que su consolidación abra un período autoritario indefinido, y cuáles son los objetivos políticos del dirigente que polariza un eje del poder mundial.

En la primera parte de su campaña para las próximas elecciones de 2024 en India, el Primer Ministro Narendra Modi anunció un objetivo para su alianza liderada por el gobernante Partido Bharatiya Janata (BJP), que es ambicioso incluso para los estándares de su exitosa coalición.

Abki baar 400 paar”, declaró Modi, afirmando en su lengua que la Alianza Democrática Nacional, el grupo de partidos gobernante, cruzaría la marca de los 400 escaños en una cámara de 543 escaños parlamentarios, mientras que el BJP por sí solo ganaría 370.

Sólo una vez en los 77 años de la India como nación ndependiente, algún partido o alianza obtuvo 400 escaños: fue cuando el ahora opositor Partido del Congreso ganó las elecciones de 1984, tras el asesinato de la Primera Ministra Indira Gandhi.

Es un cúmulo de poder atronador concentrado en las manos de un personaje singular: el primer ministro que ambiciona un tercer mandato.

Para sus seguidores, se representa una visión de un futuro que ahora finalmente está a su alcance si Modi y su partido nacionalista hindú de derecha logran un enfático y poco común tercer mandato consecutivo en las elecciones nacionales de este mes.

En sus actos, decenas de miles se reúnen en una devoción religiosa casi frenética en apoyo de un hombre cuyas políticas, según dicen, han transformado las vidas de los indios comunes y corrientes y han ayudado a consagrar la naciente promesa de movilidad social en un país surcado por divisiones de castas.

Modi se proyecta a sí mismo como un outsider de orígenes humildes. Nacido como hijo de un vendedor de té en un pequeño pueblo de Gujarat, no encaja perfectamente en el modelo de habla inglesa, a menudo educado en forma privada y decididamente metropolitano, establecido por muchos líderes indios anteriores.

El hombre de 73 años es soltero, no tiene hijos y aparentemente evita las posesiones materiales costosas en favor de un estilo de vida sencillo y ascético. Y aunque se conoce poco sobre su vida privada, cuidadosamente custodiada por un formidable equipo de relaciones públicas, su personalidad resuena en muchos.

Según un sondeo de 2023, aproximadamente ocho de cada diez adultos indios tienen una opinión favorable de Modi, incluido el 55% que tiene una opinión muy favorable. Tales niveles de popularidad para un Primer Ministro en ejercicio durante dos mandatos desafían todas las convenciones modernas, tanto en la India como en gran parte del mundo.

Una doctrina religiosa polarizante

Pero más allás de su personalidad, el eje de la atracción por Modi está en sus políticas, que ponen en el centro de la escena al nacionalismo hindú, llegando incluso a propiciar medidas de gobierno en detrimento de varias minorías, como la musulmana, en pos de lo que llamó la “consolidación religiosa” del país, para refundarlo.

Un símbolo de esta doctrina en el gobierno es la edificación e inauguración con pompas de Estado del templo consagrado al dios hindú Ram abierto por Modi en enero, en la ciudad de Ayodhya.

El templo fue construido sobre las ruinas de la mezquita Babri Masjid del siglo XVI, que fue demolida por activistas hindúes de línea dura en diciembre de 1992. Un sitio disputado, donde Modi logró saltarse la litigiosidad con las espaldas de su fuerza política.

La persecución religiosa y la islamofobia aumentaron drásticamente durante su mandato, y muchos acusan al primer ministro de respaldar tácitamente el sectarismo como medio para reforzar aún más sus credenciales nacionalistas hindúes, al mismo tiempo que se desvía de los fracasos de sus políticas, como el desempleo juvenil, que ahora se sitúa cerca del 50% entre los jóvenes de 20 a 24 años.

Entre las minorías de la India, en particular los 230 millones de musulmanes del país, la perspectiva de otros cinco años para un primer ministro que se autodenomina “chowkidar” –o vigilante– sigue siendo profundamente preocupante.

Muchos no creen que Modi esté cuidandolos, en cambio, dicen que están marginados mientras él cumple el sueño de su partido de transformar la India que nació secular y pluralista en un estado hindú mayoritario.

¿Democracia en peligro?

Pero el impacto más fuerte de la proyección de Modi a escala nacional atañe naturalmente a las instituciones. Su llegada al poder se tradujo en una personalización del modo de gobierno que es inherente al populismo, de acuerdo con el especialista Christophe Jaffrelot, investigador del Instituto de Estudios Políticos (IEP) de París.

Para el francés, no solo el partido BJP se vio encarnado e incluso sintetizado en su figura en las elecciones de 2014, las primeras en las que accedió al poder, sino que los diputados –que habían asumido todos con su bendición– le debían su elección. La Lok Sabha (Asamblea del Pueblo, cámara baja del Parlamento), donde elBJP obtuvo la mayoría absoluta por primera vez en su historia, se convirtió en “una escribanía de las decisiones del gobierno”, consideró el doctor en Ciencias Políticas.

El propio gobierno se transformó en un conjunto de personalidades de segundo orden donde los ministros –seleccionados de manera tal que no le hicieran sombra al primer ministro y, por ende, en general poco competentes– le prestaron juramento de fidelidad.

Por otra parte, Modi se esforzó por someter a las instituciones capaces de ofrecerle resistencia, como la Corte Suprema, la Oficina Central de Investigaciones o el Banco de Reserva de la India, que tuvo tres presidentes en dos años.

En cada oportunidad, el modus operandi de Modi fue el mismo. Primero, intenta reemplazar al jefe de la institución en cuestión. Cuando este se resiste, el puesto queda vacante o la persona es víctima de una campaña de desacreditación. Finalmente, alguien cercano termina ocupando el cargo supremo.

Elecciones únicas en el mundo

Las elecciones de la India son colosales. El proceso electoral dura meses, tiene siete etapas, y están habilitados para votar casi 970 millones personas, que deben elegir a 543 políticos para el Lok Sabha, la cámara baja del parlamento. Además se nombran otros dos miembros, para completar un total de 545 miembros en la cámara.

India, una democracia multipartidista, tiene alrededor de 2.660 partidos políticos registrados.

El electorado más grande del mundo emitirá sus votos a través de 5,5 millones de máquinas de votación electrónica en 1,05 millones de colegios electorales, algunos de los cuales están situados en las montañas nevadas del Himalaya, los desiertos de Rajasthan y las islas escasamente pobladas del Océano Índico.

La votación se realizará en siete fases del 19 de abril al 1 de junio, dijo Rajiv Kumar, comisionado electoral en jefe de la India. El recuento de votos tendrá lugar el 4 de junio. Además de las elecciones nacionales, se celebrarán elecciones a las asambleas en los estados de Andhra Pradesh, Arunachal Pradesh, Odisha y Sikkim.

Después del 19 de abril, las otras fechas de votación son el 26 de abril, 7 de mayo, 13 de mayo, 20 de mayo, 25 de mayo y 1 de junio. Algunos estados completarán la votación en un solo día, mientras que en otros la votación se distribuirá en varias fases.

A lo largo de los años, el número de días durante los cuales se ha extendido la votación ha variado mucho: desde los cuatro días más cortos de la historia en 1980 hasta 39 días en las elecciones de 2019 y 44 días en 2024.

La razón principal de las elecciones en varias fases es el despliegue de enormes fuerzas de seguridad federales necesarias para controlar todo, desde la violencia relacionada con las encuestas hasta los intentos de manipulación, según N. Gopalaswami, ex comisionado electoral jefe de la India.

Aún así, las encuestas escalonadas no son garantía de elecciones libres y justas, ya que las campañas más largas favorecen al partido gobernante del momento, dijo Bhaskara Rao, presidente del Centro de Estudios de Medios con sede en Nueva Delhi y pionero en investigación electoral en India.

Rao argumentó que el proceso debería acortarse. Cuanto más largo sea el proceso, más oportunidades tendrá el partido gobernante de utilizar la infraestructura gubernamental para hacer campaña.